El pasado sábado 16 de Abril, Cenicientos acogió una visita arqueológica al paraje de Piedra Escrita, bajo los comentarios de Eduardo Penedo (técnico arqueólogo de la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid), Mónica Major (directora de Àqaba Arqueólogos) y José Luis Puentes (propietario de los terrenos en el entorno de Piedra Escrita y experto en la historia local).
La lectora Luci Fermosel comparte con nosotros las fotografías de este evento:
LA PIEDRA ESCRITA
ResponderEliminarVestigios son del tiempo y la memoria
del paso de unos hombres por la tierra,
mostrando el ataúd cuando se cierra
diciendo que la vida es provisoria.
Es figura pétrea en nuestra historia
que no se aturde, aflige ni se aterra,
y el misterio de roca inerte encierra
a esfinge de corucha ejecutoria.
Modelo de la mano y de la maza
de los viriles ancestros coruchos,
y el cincel que a esta piedra destaja
es mole semejante a esta raza
de viñedos y águilas y aguiluchos
donde el corucho se afana y trabaja.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
DORMIDO SE HALLABA CRISTO
ResponderEliminarDormido se hallaba Cristo,
despistado San Esteban,
y a nuestra Virgen se llevan
de incógnito y de imprevisto.
Fue aquello visto y no visto
y Cenicientos se excita,
y buscándola se irrita
mas les hablo el niño Dios
y les dijo que ellos dos
se hallaban en Piedra Escrita.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
POR TIERRAS DE PIEDRA ESCRITA
ResponderEliminarPor tierras de Piedra Escrita
los toros y mayorales
llegaban a los corrales
con puntualidad de cita.
Y la afición nunca ahíta
de los coruchos en carros,
sobre varales sin barros
contemplaban la corrida
en tarde comprometida
de los toreros bizarros.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL LAZARILLO Y EL CIEGO PASARON POR CENICIENTOS Y AL ANÓNIMO AUTOR DE LE OLVIDÓ
ResponderEliminarIban lázaro y el ciego
por Almorox en vendimia,
y el ciego de vista nimia
con el fardel y el talego.
Un racimo de uvas dieron
de una viña el viñador,
maduras y buen sabor
que con presteza comieron.
Comenzaron de una en una
y el ciego de dos en dos,
y Lázaro no iba en pos
y tres a tres con su hambruna.
Cuando quedó el escobajo
el ciego se malició
y astuto no se asombró
y le habló con desparpajo:
-Lázaro, de tres en tres
tú te has comido las uvas,
y por el garguero entubas
y te saldrán por los pies.
-¿Cómo lo sabéis, maestro?
- No protestaste, arrapiezo,
al comer yo sin tropiezo
dos a dos como más diestro.
El día de antes pasaron
por vecino Cenicientos,
donde el ciego daba tientos
al jarro cuando llegaron.
Se hallaban en las vendimias
los coruchos igualmente,
y aunque el autor no lo miente
es allí de uvas eximias.
Pararon e hicieron noche
en roca de Piedra Escrita
y tuvieron la visita
de un noctívago alimoche.
Más el autor se olvidó
y no incluyo en el relato,
ni consignó en el retrato,
cuanto os versifico yo.
Y no firmó con su nombre
la historia del Lazarillo
que pasó por el cerrillo,
barrio antiguo y de renombre.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
BALADA CORUCHA
ResponderEliminarNo lo calles, no lo omitas,
en repetirme un te quiero
pues es agua de un venero
del que bebo en Piedra Escrita.
Y cerca en el Tabalón,
cuando el almendro está en flor
tu declaración de amor
bálsamo es del corazón.
Y siguiendo por el llano
cuando mi mano aprisionas
con las hojas me coronas
del amor del avellano.
Y las zarzas y los cardos
en rosas se han convertido
y un rosal ha florecido
entre espliegos y entre nardos.
Y nos contemplan las Peñas
y saben que nos amamos,
y el amor que atesoramos
al besarme les enseñas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EN LA ROCA ESTÁ EXCAVADO
ResponderEliminarEn la roca está excavado,
es pilón o es una tumba,
de coruchos de ultratumba
mostrándonos su legado.
Coruchos, aquí está anclado
nuestro pasado e historia,
y sin excesiva euforia
no debe darse al olvido
este eslabón no perdido
de nuestra ancestral memoria.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL TÍO ISIDRO EN SU TEMPRANAL
ResponderEliminarDecidor confiado, alegre y risueño
en su tempranal áureo de albillo,
maduraba entre paz su oro amarillo
en el viñedo feliz y hogareño.
De niño compartí vida y ensueño
con el soñador en gustos sencillos,
quien decía "come, Caraballillo,
estos racimos que te da su dueño".
Aquel tempranal vivió avecindado
a la esfinge inerte de Piedra Escrita
y conformó las vísceras y tripa,
los brazos, las piernas con el sudado
del palpitar que por allí crepita
de esfuerzo honrado del tío Chiripa.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ENTRE ZARZAS DEL ARROYO
ResponderEliminarAdivinanza
Entre zarzas del arroyo,
vecino de Piedra Escrita,
surge una brisa que agita
las blancas plumas de un pollo.
El pollo en su desarrollo,
polluelo de una avutarda,
intuyendo qué le aguada
si permanece en el nido
al que con cuerda han asido,
la roe y niño no aguarda.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PISCINA DE LAS OLLAS
ResponderEliminarLos baños de la infancia
Por un abrupto camino
bajábamos a Las Ollas,
llamado Prado el Molino,
coruchillos sin argollas.
Fulgía un sol de justicia,
siendo en horas de la siesta,
con un calor de justicia
y locura manifiesta.
Andariegos esforzados
con las sandalias de goma,
en pies negros y sudados
se expandía nuestro aroma...
El agua corría lenta
en remolinos de espuma,
y era viscosa y grasienta
como pantano de bruma.
Practicábamos nudismo
al final de los cincuenta,
sin temor al paludismo
tostándonos la osamenta.
La poza excavada en roca,
horadada por los años,
hacía cerrar la boca
al comienzo de los baños.
Miasmas de todo pelaje
surcaban aquellas aguas,
vistiéndonos con un traje
como el hierro de las fraguas.
Después como a cachorrillos
nos daban cama las rocas,
desnudos, sin calzoncillos
y acudían madres locas.
Con la zapatilla en mano
y sin pan ni chocolate,
nos ponían en verano..,
los culos como un tomate.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
NOCTURNO EN LA PEÑA
ResponderEliminarEn tu contemplación peña infinita,
mecido por el pinar y su coro,
siento el resinar manantial sonoro
que en el silencio nocturno crepita.
Mi amante corazón sueña y palpita
cuando hilan tu cima las brisas de oro,
y las hadas culminando su exploro
vuelven a su hogar en la Piedra Escrita.
Arriba el sol naciente tornasola
apacible, sin explosionar de olas
extendiéndose abajo en la llanura,
sobre el pueblo que ya poco madruga,
moviéndose con pasos de tortuga,
amorfo, y ya sin pulso y sin premura.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho