NATALIA NÚÑEZ, ALCALDESA DE CENICIENTOS:
CENICIENTOS TARDARÁ 150 AÑOS EN AMORTIZAR SU DEUDA DE 11,1 MILLONES DE EUROS
Artículo de El Mundo:
Las corridas de Cenicientos siempre tenían los toros más
bravos y grandes que se podían ver en un ruedo. Gracias a aquellos
bichos de media tonelada, el pueblo, que celebra su feria cada mes de
agosto por la Virgen, es conocido como el Valle del Terror.
Hoy el terror continúa, pero en los cajones del Ayuntamiento, donde un
incontable laberinto de facturas pendientes forman un disparate que es
complicado explicar y, peor aún, difícil de solucionar.
«Hemos
calculado que necesitaríamos 150 años para recuperarnos», asegura la
actual alcaldesa, Natalia Núñez, que esta semana ha terminado de
reconstruir la contabilidad para pedir un rescate a Hacienda. «Vamos a
llevar toda la documentación al Tribunal de Cuentas; aunque sean cosas
prescritas, puede haber habido un delito continuado de una serie de
irregularidades».
Cenicientos es el último pueblo de la
Comunidad de Madrid. Y geográficamente hablando, también. Situado en el
extremo oeste de la región, alejado de grandes vías circulatorias, ni
montañoso ni llano, ni moderno ni tradicional, con 2.053 habitantes, es
un municipio discreto en medio de la nada.
El presupuesto anual de Cenicientos es de 1,3 millones de euros. Hoy su déficit asciende a 11,1 millones:
su deuda per cápita es de 5.406 euros. Esa es la cifra aproximada que
el actual equipo de Gobierno ha logrado calcular, porque nadie,
realmente, es capaz de precisar con exactitud la profundidad del agujero
en el que se encuentra este pueblito que, para más inri, tiene
desempleada al 26% de la población, siendo por ello el segundo municipio
de la región con mayor tasa de paro.
Núñez, de 31 años de edad,
diplomada en Ciencias Empresariales, es la alcaldesa de este lugar desde
el pasado mes de junio, donde gobierna con cinco concejales, de los
cuales tres están en el paro. Ella es del PSOE y achaca la situación a sus predecesores en el cargo, ambos del PP:
Jesús Ampuero, regidor entre 1991 y 2010, y Carlos Enrique Jiménez,
teniente de alcalde entre 2003 y 2010 y alcalde entre 2010 y 2015.
Ruina y abandono
«Si esto fuera una empresa privada tendríamos que haber cerrado hace años», dice Núñez. «Además de tener una deuda inasumible, los edificios municipales se encuentran en la ruina:
necesitaríamos tres o cuatro millones de euros más para poder utilizar
las dotaciones que tenemos, además de arreglar el alumbrado de las
calles, que es lamentable».
En Cenicientos no se construyó un
campo de golf ni un helipuerto ni ninguna otra dotación elefantiásica
que condenara a varias generaciones de contribuyentes. No. Una plaza de
toros, un centro cultural... Nada fuera de lo normal, aparentemente. Las facturas sin embargo brotan por todas partes
y adoptan las apariencias más diversas hasta formar una jungla
impenetrable. Núñez comienza a abrirse paso por esa selva de números
rojos como si en vez de un machete usara un cuchillo de untar
mantequilla. «Hay tres planes de proveedores; además, la Comunidad de
Madrid tenía retenidas todas las subvenciones por las deudas pendientes
de subvenciones anteriores mal justificadas», enumera.
«La deuda con la Seguridad Social es monstruosa,
con unos intereses de demora tremendos, y se deriva de que no se pagaba
la seguridad social de los trabajadores, tampoco de los talleres ni de
las subvenciones de empleo, y no estaba reconocida en la contabilidad».
Los préstamos y créditos con entidades bancarias
tampoco ayudan, continúa la edil en su despacho de la Casa
Consistorial, hoy caldeado gracias a la calefacción que se arregló hace
unos meses, después de que durante cuatro años los empleados combatieran
el frío serrano con estufas de gas. «Sólo el crédito a largo plazo con
BBVA son más de 700.000 euros. Y tenemos también dos embargos
preventivos por Bankinter, todo ello sin reconocer en la contabilidad».
Habla tan rápido que no parece una explicación, sino un desahogo: «Y
facturas en el cajón por más de 200.000 euros...».
De todos modos, afirma que su principal problema es la plantilla de trabajadores, que se come el 70% del presupuesto.
Tanto ella como el alcalde anterior califican como «desmesurado» su
número. Núñez asegura que llegó a haber 93 personas, lo que supondría
que casi uno de cada 20 habitantes trabajaba para el Ayuntamiento. Según
Jiménez, Jesús Ampuero, el hombre que dirigió la Alcaldía durante casi
20 años, «había contratado a muchísima gente sin ningún tipo de control,
a muchos amigos y primos, algunos de los cuales siguen trabajando, y en puestos que no son necesarios».
Núñez
dice que hay trabajadores que cobran 2.800 euros al mes por una jornada
de 20 horas semanales. Ella cobra 1.600. Jiménez no cobraba nada porque
no tenía dedicación exclusiva, y asegura que tampoco se le pagaron las
asistencias a plenos.
«Ahora hay algo más de 30 trabajadores que
cobran desde junio, pero se les adeudan veintitantas nóminas
anteriores», explica la alcaldesa. «En total son unos 400.000 euros en nóminas los que se deben».
Jiménez,
profesor de educación secundaria, se ha retirado de la política. Hoy
tiene 39 años y un aire cansando al hablar de su mandato, que inauguró
llamando a Iberdrola para pedir («por favor») que le devolvieran la luz
al Ayuntamiento. «Lo que aquí ha pasado da para escribir un libro, uno
bastante penoso», dice.
Demanda entre alcaldes
Según Jiménez, el origen de esta laberíntica bancarrota
es la gestión de Jesús Ampuero. «La situación que encontré en 2010
cuando pasé a ser alcalde era catastrófica», recuerda. Afirma que
durante sus siete años como teniente de alcalde no sabía nada de las
cuentas. (Núñez no opina lo mismo).
En 2012 Jiménez, y aquí el
relato se retuerce como el rabo de un cerdo, interpuso una querella en
nombre de la Corporación contra Ampuero por falsedad en documento mercantil, malversación, prevaricación y cohecho. El juez encargó un dictamen pericial, entregado en diciembre pasado, que concluye que Ampuero obtuvo un enriquecimiento personal
de 105.012 euros por importes recibidos del Ayuntamiento en su cuenta,
«con conceptos muy diversos como 'Devolución préstamo', 'Gastos
protocolarios adelantados' o 'Concierto Sueño de Morfeo 3/6/2006'».
Además, entre 2004 y 2010 tuvo unos ingresos de origen desconocido de
391.326 euros.
El informe concluye además que «la práctica
contable del Ayuntamiento ha adolecido de graves irregularidades» y que
no se cumplió «el principio de caja única».
«El problema de la
deuda proviene de los toros», dice quien fue mano derecha de Ampuero,
Carlos Enrique Jiménez. Los festejos eran espléndidos: un año llegaron a
tener un presupuesto de 180.000 euros, asegura la
alcaldesa, a lo que debe añadirse un sinfín de gastos relacionados, como
viajes pagados al alcalde y a concejales para «inspección de festejos
taurinos» o directamente generosas gratificaciones por decreto «por los
servicios prestados». «Las fiestas se pagaban con pagarés», explica
Jiménez, «muchos de los cuales nos los encontramos con la firma del tesorero falsificada, que el hombre tuvo que ir a que le hicieran un estudio grafológico para demostrarlo».
Pagarés taurinos
«Yo no sé si había mordidas, pero lo que sucedía no era normal»,
continúa. «Muchas reuniones eran fuera del Ayuntamiento; mientras, los
pagarés pasaban de mano en mano como cheques, y luego nos encontramos
con empresarios que no habían prestado servicios al Ayuntamiento y que
tenían pagarés nuestros».
En total, el Ayuntamiento de Cenicientos acumula una deuda de 2,8 millones de euros en pagarés.
El
dictamen pericial constata que además desaparecieron 140.427 euros de
los beneficios generados por la casa rural municipal entre 2003 y 2010.
«La excusa que dio Ampuero es que dejaba el dinero en un cajón para que
lo cogieran los concejales y pagaran cosas», añade Jiménez. Este diario
ha intentado sin éxito ponerse en contacto con Jesús Ampuero para
conocer su versión.
Ojear los mandamientos de pago de aquellas dos décadas es un paseo tragicómico por un jardín de los delirios.
El Ayuntamiento costeó comandas de más de mil euros en el bar de abajo
(Bar Jaime, donde había un juego de llaves de la Alcaldía), comidas y
cenas y más comidas, jamones y cochinillos, la batería de un coche, un
Aftersun (tal cual), grandes facturas de móvil, taxis de 1.400 kms.,
estuches de monedas del Círculo de Lectores, participaciones de
lotería... Incluso se puede encontrar un millón de pesetas (6.000 euros)
ingresado a la esposa de Jesús Ampuero en octubre de 2001 como
«devolución anticipo pago nóminas agosto».
De barros y lodos se podría escribir, como dice Jiménez, un libro. La actual alcaldesa, a la espera de una solución o un milagro,
ha pedido al Ayuntamiento de Madrid que le done contenedores o
mobiliario de los que desechan. Es lo que toca estos días en el Valle
del Terror.
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