PLAGA DE MOSQUITO VERDE EN LA VID DE
CENICIENTOS
Por: Venero Horcajo
El mosquito
verde (Empoasca spp.) es un insecto pequeño de color verde claro con forma de
cigarra que mide entre 3-4 mm de longitud. Este insecto afecta a multitud de
cultivos: vid, pimiento, tomate, melocotones...
Normalmente se
encuentra en el envés de las hojas tanto en su estado de larva, como después
cuando se hace adulto y desarrolla alas.
Estos insectos
son muy activos y se desarrollan y multiplican muy deprisa, succionando la
savia de los vasos conductores principales de las plantas. Su saliva es muy
tóxica para las plantas, llegando a secar la hoja y dejando a las plantas
literalmente peladas. Así, las plantas no pueden desarrollar la fotosíntesis,
perjudicando al fruto (en el caso de la vid, al racimo) e impidiendo su
maduración. Para el agricultor, supone una gran pérdida de la calidad y
cantidad de la cosecha.
La presencia
del mosquito verde también provoca que los sarmientos se agosten antes de
tiempo y lleguen al invierno con falta de madurez, afectando a la cosecha del
año posterior.
Pues bien, en
Cenicientos y en otros pueblos y provincias limítrofes, y debido a las
condiciones climáticas de principios del mes de septiembre (sobre todo la semana del 5 al 11 de septiembre, con
altas temperaturas), se ha desarrollado una gran plaga de mosquito verde,
afectando de forma brutal en las zonas más cálidas del municipio. Este
fenómeno, para todos desconocido, se achacaba en primer momento a la sequía y
al calor.
Algunos alertados
por vecinos de pueblos como Villa del Prado, donde atacó antes el insecto,
observamos el envés de nuestras cepas descubriendo que estaban llenas de
mosquito verde y empezamos a tratar las cepas. Afortunadamente, el tratamiento
es efectivo y los mata, pero al ser un tratamiento sistémico que penetra en la
savia de la cepa (es decir, se produce la absorción del veneno en un período de
15 días) de utilizarlo en estos días no podría realizarse la recolección de las
uvas ante el inminente comienzo de la campaña 2016.
Esta absorción
dura 3-4 días en tomates y pimientos.
Como
conclusión, aconsejo que después de vendimiar se traten todas las cepas, ya que
este insecto en estado adulto se protege del invierno entre las hojas de
cualquier planta silvestre, permaneciendo en estado de latencia hasta su
reproducción.
HEREDEROS DEL LEGADO CORUCHO
ResponderEliminarHerederos del legado
viñador en tradición,
tenemos la obligación
de cuidar de lo heredado.
Se nos dejó encomendado
por nuestros antecesores,
y de ellos somos deudores
del cuidado de las viñas,
que otrora fueron campiñas
y el Lar de nuestros mayores.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EN LA VIÑA EL VIÑADOR
ResponderEliminarEn la viña el viñador,
en claro día de invierno
quiere su viñedo eterno
y hoyas abre con ardor.
Barbado reponedor,
lleva una mano que agarra
barbado que será parra
cuando con el azadón,
abriendo hoya hará hondón,
donde repone una marra.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA ACCIÓN DEL VIENTO EN MI VIÑA
ResponderEliminarEl viento riza a la oliva
en tanto a la higuera peina,
a un almendro lo despeina
y entre los surcos deriva.
Mas a la viña cautiva
de tal forma y de tal modo,
que va mareando todo
y una cepa peina, crespa,
y a las demás las encrespa
y a mí me da con el codo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ÚBERRIMOS LOS RACIMOS
ResponderEliminarÚberrimos los racimos
las uvas senos que estallan
y las cepas no se callan
y siempre demandan mimos.
Son esposos y son primos
que comparten casamientos,
tálamos y ayuntamientos
y en las viñas la coyunda,
que a la postre va y redunda
en vinos de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
MIRAD LA VIÑA EN REPOSO
ResponderEliminarMirad la viña en reposo,
las retamas amarillas,
acirates en cuclillas
y olivos de tronco añoso.
Ved este día brumoso
con las cepas sin sarmientos
sometida a podamientos,
para que el pámpano crezca
y luciendo lo embellezca
al racimo en Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LINDERO ES MI CORAZÓN
ResponderEliminarLindero es mi corazón
en la viña con el tuyo,
y una bodega construyo
a sus uvas ya en sazón.
Un vino en fermentación
ya me penetra y anega,
y me emborracha y me ciega
y me inunda y se derrama,
con el fuego de la llama
que se apaga en tu bodega.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
UNA AFILADA NAVAJA
ResponderEliminarUna afilada navaja
de uva corta el racimo,
y propicia el aproximo
del mosto hacia la tinaja.
Una navaja se faja
con la cepa y sus sarmientos,
madre de sus cortamientos
tiene dispuesta una cuba
a donde ha de llevar la uva
del vino de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EN EL CAMPO SIN FAENA
ResponderEliminarEn el campo sin faena
la vida no se concibe,
y hervidero se percibe
de abejas en la colmena.
Y en mí la voz que resuena
del azadón empleando,
es a mi padre cavando
y al preguntarle que hacía
al momento respondía:
"¡Pues ya ves, aquí enreando!".
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA VENDIMIA DE LOS NIÑOS JORNALEROS
ResponderEliminarImpúberes argonautas
sobre las cepas esbeltas,
las navajas vuelan sueltas
de los infantiles nautas.
Sin chirimías ni flautas
en busca del vellocino
de oro del tinto vino,
de las cepas el racimo
nos daba el valor y animo
de forjar nuestro destino.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
RACIMOS ARRACIMADOS
ResponderEliminarEl racimo arracimado
colma sacos y serones,
e iba formando montones
uva a uva fragmentado.
Sobre el suelo embaldosado
lo recibía Ciriaco;
volcaba serón y saco
e inundaba a la bodega
de las uvas que le entrega
el mismísimo dios Baco.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ARREBOL EN LAS HIGUERAS
ResponderEliminarArrebol en las higueras
y el sol sobre sus pinares
y magia en sus olivares
son sus prendas duraderas.
Las cepas enredaderas
de vistosos ornamentos,
parrales son de argumentos
junto al aire de las brisas
de traerle las divisas
al vino de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
A MEDIDA QUE MADURA
ResponderEliminarA medida que madura
la viña en pleno se alegra
viendo cómo su uva negra
la tierra parda escultura.
Negritud que en la llanura
va creando sedimentos
sobre racimos contentos
de integrar unos con otros
lo mejor entre nosotros
nuestro vino en Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL PAN DE LAS DIEZ
ResponderEliminarDel corucho las faenas
tenían hora:¡pardiez!,
sin cincel, sin almirez
se aflojaban las cadenas.
Fuera fatigas y penas,
olvidaos de altivez,
parad, al pan de las diez,
tengamos las tripas llenas.
Descansaban los astiles,
y la mula en la besana,
el leñador en el monte
cien veces, doscientas, miles,
y en su mente soberana
buscarse un nuevo horizonte.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LAS UVAS DE LA GARULLA
ResponderEliminarApilados en montón,
de racimos llenan sacos,
y avispas sin arrumacos
les pican por diversión.
De las uvas dispersión,
sobre rocas se zambulla
y dos dedos apabulla
y las recoge del suelo,
y coruchos sin recelo
llaman las de la garulla.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL PILÓN DE LAS PANTEZUELAS
ResponderEliminarEn atardeceres primaverales
de parada, pilón y abrevadero,
tus mansas aguas de fondeadero
aflojaban riendas de los ramales.
Y te veíamos los colegiales
apostados en el embarcadero,
de niños coruchos el el sendero
habituado al trato con animales.
Y nos veíamos ya de mayores
entre mulas carros y vertederas,
manos agrietadas por las manceras;
hablando del campo y sus pormenores,
contemplando el agua de los pilones,
taberna del burro y sus pormenores.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS CENCERRONES DE LA PARRILLA
ResponderEliminarDespués de la vendimia terminada
solíamos echar una jornada.
En las viñas, buscando el cencerrón
y de la mula llenando el serón.
Eran días hermosos y otoñales
con las hojas muriendo en los parrales.
Negreando lo que quedó en la vid
de estos campos gloriosos de Madrid.
Así era la vendimia del sin tierra,
del que lucha en la vida y no se aterra.
Y aparta los abrojos del camino
variando los designios del destino.
Volvíamos a casa con la carga
armados con la lanza y con la adarga.
Del esplendor fulgente del racimo
que nos daba calor junto al arrimo.
Del leño incandescente de la lumbre,
y el porrón heredad de la costumbre.
Convertido en el mosto que hace al vino
fortalecer el ánimo cansino.
Según la sabia opinión de los viejos,
duchos en vinos jóvenes y añejos.
Legatarios de una secular ciencia,
la voz universal de la experiencia.
Y pisábamos la uva en una artesa
anclada y sustentada por la mesa.
Tosca bodega en el angosto hogar,
decimonónico ancestral lagar.
Luego aquel caldo iba a la tinajilla
calzada con las patas de una silla.
Permitiendo al tiempo hacer su labor,
dándole al mosto solera y sabor.
La abríamos la noche de difuntos
al amor del fuego asando castañas,
los cuatro en mi casa todos juntos
con mi padre contándonos hazañas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
YACIMIENTOS DE OLIVARES
ResponderEliminarYacimientos de olivares,
de viñedos y de higueras,
y trillar en las praderas
en tardes crepusculares.
Y el humo de los hogares
aunando los pensamientos
que aromatizaban vientos
de águilas en peñascales,
vigilando los corrales
fue el alma de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
VUELA EL TAMO DE LA PARVA
ResponderEliminarVuela el tamo de la parva;
la tarde cayendo está
y el sol se aleja y se va
barbeandose la barba.
La mula impaciente escarba,
y desprovista de arreos
comienza a dar cabeceos,
y a la cuadra se encamina
al pesebre que culmina
el ansia de sus deseos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
YA ESTÁ MADURA LA BREVA
ResponderEliminarYa está madura la breva;
en viñas del Cardenchal,
y es tan humilde y frugal
que ya nadie se la lleva.
Y la cigarra se eleva
y con su canto la arropa,
y del tronco hasta la copa
está asordando a la higuera,
y el cigarrón que lidera
se posa sobre su popa.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
APESTADOS POR LA PESTE
ResponderEliminarApestados por la peste,
solos, vetados y aislados,
los coruchos son dejados
entre su paisaje agreste.
Mas surgió un viento celeste
que desde Almorox les vino,
donde el obispo convino
que les trajeran el pan,
algo de carne y les dan
pellejos llenos de vino.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
CUANDO TU SOMBRA DE OLIVA
ResponderEliminarCuando tu sombra de oliva
benéfica de olivado
me presta su sombreado
nunca hay día a la deriva.
De inmediato se me activa
del trabajo un protocolo
y en el trabajo me enrolo,
de tal forma y de tal suerte
que tu sombra en mí se vierte
y dejo de hallarme solo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
DESPIERTA EL ALBA DORMIDA
ResponderEliminarDespierta el alba dormida
sobre las canoras fuentes
y los pájaros durmientes
saludan la amanecida.
El pueblo del sueño emerge
y da comienzo la vida
a la actividad nacida
en que el pueblo se sumerge.
Pueblo siempre laborioso
de segadores y viñas
y placenteras campiñas
que está pereciendo ocioso.
Mira en torno a ti la encina
y su armonía en el monte
dando paz al horizonte
que hacia ella te encamina.
Sosiego nos da la encina
cuando el trabajo está hecho
pero yermo esta el barbecho,
¡corucho siembra y camina!
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL ALBILLO DE CADALSO DE LOS VIDRIOS
ResponderEliminarEl pálido áureo de oro
eclosionando en la viña,
es crisol de la campiña
y en Cadalso es un tesoro.
Crepitar dulce y sonoro,
néctar del fruto amarillo
al que liba el pajarillo,
y una vez llevado a casa
se saborea y se amasa
placer con uva de albillo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL CORUCHO DESNARIGADO
ResponderEliminarJunto al Camino Real,
y de esto hace luengos años
cuando decían hogaños
y un páramo el Cornetal.
Un corucho y su destral
y podador en su viña
sobre corucha campiña,
y blandiendo las tijeras
en las manos podaderas
el hombre casi la diña.
Por allí pasó un paisano
con una carga de leña
en una mula pequeña,
parándose campechano.
-¿Qué tal la poda Mariano?
-A estos andurriales ando
tranquilamente podando,
cuando quiero echo un cigarro
y tasco la galga al carro
y observo nubes volando.
-Mariano, ten tacto y ojo
manejando las tijeras
que a veces son traicioneras,
y te pueden dejar cojo..,
o sin nariz a su antojo.
-Tú no me jodas Manolo,
ni me toques más el bolo.
Y empezó a tijerear
y sin narices quedar
como la estatua de Apolo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL CORUCHO DESNARIGADO
ResponderEliminarJunto al Camino Real,
y de esto hace luengos años
cuando decían hogaños
y un páramo el Cornetal.
Un corucho y su destral
y podador en su viña
sobre corucha campiña,
y blandiendo las tijeras
en las manos podaderas
el hombre casi la diña.
Por allí pasó un paisano
con una carga de leña
en una mula pequeña,
parándose campechano.
-¿Qué tal la poda Mariano?
-A estos andurriales ando
tranquilamente podando,
cuando quiero echo un cigarro
y tasco la galga al carro
y observo nubes volando.
-Mariano, ten tacto y ojo
manejando las tijeras
que a veces son traicioneras,
y te pueden dejar cojo..,
o sin nariz a su antojo.
-Tú no me jodas Manolo,
ni me toques más el bolo.
Y empezó a tijerear
y sin narices quedar
como la estatua de Apolo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL ALBILLO DE CADALSO DE LOS VIDRIOS
ResponderEliminarEl pálido áureo de oro
eclosionando en la viña,
es crisol de la campiña
y en Cadalso es un tesoro.
Crepitar dulce y sonoro,
néctar del fruto amarillo
al que liba el pajarillo,
y una vez llevado a casa
se saborea y se amasa
placer con uva de albillo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho