VII FERIA "HUERTA Y VINO" DE VILLA DEL PRADO 2016
Por séptimo año consecutivo el vecino pueblo de Villa del Prado ha celebrado la Feria que reune a los agricultores y bodegueros de la comarca. En un ambiente inmejorable, y en la capital regional de la huerta, los vecinos de toda la zona pudieron disfrutar de los productos de la tierra, potenciando además este sector fundamental para el desarrollo de los municipios.
A continuación se reproducen las fotografías de todos los stands expuestos durante este fin de semana (11 y 12 de Julio), cedidas por la lectora Luci Fermosel.
LA BODEGA DE CENICIENTOS
ResponderEliminarCon el tiempo esta pátina ha curtido
las piedras que ennegrecen la fachada
y expande olor del mosto en oleada
del vino que fermenta adormecido.
Bodega que en vejez ha encanecido
acogiendo a toda uva enamorada
que traía el serón la esposa amada
al tálamo del cono su marido.
Y a sus puertas hervía un torbellino
y de cargas un mar en oleaje
disputando la mula y el pollino
en pugna por la fila del pesaje
de racimos que han hecho a nuestro vino
vinícolas raíces del paisaje.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ARREBOL EN LAS HIGUERAS
ResponderEliminarArrebol en las higueras
y el sol sobre sus pinares
y magia en sus olivares
son sus prendas duraderas.
Las cepas enredaderas
de vistosos ornamentos,
parrales son de argumentos
junto al aire de las brisas
de traerle las divisas
al vino de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LEYENDAS DE CENICIENTOS
ResponderEliminarLas hadas del viñedo
Lares del viñedo que hogar fue de hadas,
tiempos lejanos de cepas remoto,
echado en olvido su ayer ignoto
perduran cual libélulas aladas.
Vientos áureos, brisas perfumadas
ellas trajeron y flores de loto,
más al dios Baco del vino devoto
con cepas de Olimpia por Zeus creadas.
Tierra eligieron, clavaron la pica
de un primer barbado injerto de cepa,
sudor y ayuda de los elementos
que a la vid sustenta y la dulcifica
y es en dulzura ubérrima que trepa
la uva en los viñedos de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
A MEDIDA QUE MADURA
ResponderEliminarA medida que madura
la viña en pleno se alegra
viendo como su uva negra
la tierra parda escultura.
Negritud que en la llanura
va creando sedimentos
sobre racimos contentos
de integrar unos con otros
lo mejor entre nosotros
nuestro vino en Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
CORUCHO DEL VIÑEDO Y DE LA CEPA
ResponderEliminar¡Corucho del viñedo y de la cepa!,
con tus vinos fulgiendo embotellados,
vas imparable abriéndote mercados.
España hoy, después Rusia con su estepa.
Nadie osado de tus caldos discrepa
en sus conos fermento atesorados
del esfuerzo ante hechos consumados
en su ascenso en valía y no por trepa.
Estuches que lleváis a Piedra Escrita
impresa y estampada en la botella
legataria en saber conocimientos,
de ancestros y su pálpito palpita
sobre los campos coruchos y su huella
es la madre del vino en Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
UBÉRRIMOS LOS RACIMOS
ResponderEliminarUbérrimos los racimos
las uvas senos que estallan
y las cepas no se callan
y siempre demandan mimos.
Son esposos y son primos
que comparten casamientos,
tálamos y ayuntamientos
y en las viñas la coyunda
que a la postre va y redunda
en vinos de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL FAENAR DE LAS VIÑAS EN CENICIENTOS
ResponderEliminarEl sol naciente nutre a la dehesa
orbitando en Prado de los Maíllos,
en sus grilleras se acallan los grillos
y el quehacer noctívago, le besa.
Los coruchos no cejan en su empresa
y en las peñas, los fulgores y brillos
son volcanes azulenco amarillos
donde la actividad diurna reingresa.
Con la noche ida triunfante es el día
sobre las viñas reina la armonía
y acunada es la vid por suaves vientos.
Surge el viñedo emergente a la vida
y tras su poda savia nueva anida
afamando el vino de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ResponderEliminarEL CEMENTERIO QUE SE CONVIRTIÓ EN BODEGA
Desde tiempo intemporal
del pueblo fue el cementerio
que contemplaba el ritual
y el triste ceremonial
de la muerte y su misterio.
Tumbas quedaron vacías
cuando hicieron el traslado;
cesaron las letanías,
los credos y Ave Marías
y el osario fue olvidado.
Oculto por un tapial,
a piedra y lodo cerrado,
se convirtió en un erial
de la grama marginal
en un campo no labrado.
Transcurrió tiempo y espacio
y hubo ubérrimos racimos
del viñedo que despacio
de la cepa es el palacio
al que se cuida con mimos.
Fueron grandes las cosechas,
explosivas las vendimias,
hubo que extender las fechas
y las bodegas rehechas
para las uvas eximias.
Y sobre el sagrado suelo
la bodega levantaron,
y o bien no lo quiso el cielo
o ánimas que están de duelo,
la bodega rechazaron.
Las cargas fueron bajando,
las cosechas se diezmaron,
viñedos abandonando
cepas se fueron secando
y a la bodega cerraron.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA VENDIMIA DE LOS NIÑOS JORNALEROS
ResponderEliminarImpúberes argonautas
sobre las cepas esbeltas,
las navajas vuelan sueltas
de los infantiles nautas.
Sin chirimías ni flautas
en busca del vellocino
de oro del tinto vino,
de las cepas el racimo
nos daba el valor y animo
de forjar nuestro destino.
Saturnino Caraballo Díaz
EL Poeta Corucho
OLIVO,CEPA Y ENCINA
ResponderEliminarOlivo,cepa y encina
e higuera del higueral,
pineda del Cornetal
y la Peña Buverina.
Ladera, monte y colina,
brisar de vientos y alientos,
sotaventos, barloventos,
han de pilotar la nave
que más la ruina no agrave
y haga grande a Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
HIGUERA QUE DIVISO EN LONTANANZA
ResponderEliminarHiguera que diviso en lontananza
con el higo maduro y sumergido,
entre la tórtola y su alegre nido
me traes un recuerdo y remenbranza.
Higuera que decoras la labranza
en la viña solitaria has nacido,
y junto a Cerro Colino crecido
aspirando su viento y su bonanza.
En tus ramas colgábamos la alforja
en los días de poda y de vendimia
cuando al frío o al sol de la campiña.
Emparrados de cepas era forja
del proceso del vino y de su alquimia
y de sueños vividos en la viña.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA FIESTA DE LA VENDIMIA
ResponderEliminarPeñas salen de la Plaza
llevando acompañamientos
de unos festejos con traza
de la tradición que enlaza
al corucho Cenicientos.
De varas llevan el carro
por mulas encabezado:
que es reliquia y es bizarro
y carro de cuando el barro
del pueblo era el decorado.
Cestos de mimbres antiguos
llenan de uvas maduradas
de unos racimos ambiguos
que unos con otras contiguos
aguardan a ser pisadas.
Ya en puertas de la bodega
la juventud bulliciosa
gran alegría despliega,
y nuestra Peña sosiega
la tarde otoñal ruidosa.
Marcha el carro con su carga
por coruchos flanqueado,
allá por la calle Larga
donde báquica se alarga
hasta el lagar del pisado.
En la Plaza ya de nuevo
bailan sobre el escenario
el folclórico renuevo
de las cinturas de acebo
de los coruchos muestrario.
Rebosante y concurrida
y con ambiente festivo,
quizá en alguna medida
también fuera merecida
un homenaje a su olivo.
Siempre cepas y olivares,
hermanados por las manos,
y arropados por pinares
y efluvios de tomillares,
fraternizaron hermanos.
En Cenicientos nunca hubo
caciques ni latifundio,
y un ten con ten se sostuvo
y en paz siempre se mantuvo
viña grande y minifundio.
Pese a ser fiesta reciente
sin raigambre y sin memoria,
en su devenir la gente
tenga el corucho presente
ser ya parte de su historia.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EN EL CAMPO SIN FAENA
ResponderEliminarEn el campo sin faena
la vida no se concibe,
y hervidero se percibe
de abejas en la colmena.
Y en mí la voz que resuena
del azadón empleando,
es a mi padre cavando
y al preguntarle que hacía
al momento respondía:
"¡Pues ya ves, aquí enreando.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EN LA VIÑA EL VIÑADOR
ResponderEliminarEn la viña el viñador,
en claro día de invierno
quiere su viñedo eterno
y hoyas abre con ardor.
Barbado reponedor,
lleva una mano que agarra
barbado que será parra
cuando con el azadón,
abriendo una hoya hará hondón,
donde repone una marra.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
PEALES Y ALBARCAS
ResponderEliminar"A mi padre y a los jornaleros
coruchos de su generación".
Transidos de frío
peales y albarcas,
llagadas las marcas
de pies, del rocío.
Van los jornaleros
de rostro atezado,
al hombro abrazado
los viejos aperos.
Funde sus alientos
la cruda mañana,
del frío que aplana
nuestro Cenicientos.
Hay nieve en la cumbre
cimera en la Peña,
que hiberna y que sueña
y encienden la lumbre.
Tienen el marqueo
trazado en el suelo
y aplastan el hielo
con un traqueteo.
Están ajustados
para abrir las hoyas,
panes de sus ollas
de desheredados.
Con los azadones
y pico a la piedra,
nada les arredra
abriendo zanjones.
Las manos cubiertas
de grietas y callos,
cavan como rayos
las tierras desiertas.
Tapan los barbados,
que serán las vides
cuando en estas lides
sean injertados.
Paran un momento
y echan un cigarro,
los pies en el barro
y algún juramento.
Duros los astiles
de azadón y pico
y no magnifico,
las hoyas a miles.
Les daban los dueños
vino en calabaza
de la misma raza
que impregna sus sueños.
Y así la cuadrilla
de los jornaleros,
iba con sus fueros
por toda Castilla.
La siega en verano,
la carga de leña
sin letra pequeña
lastrando su mano.
Los hombres de acero,
de peal y albarca
fueron remo y barca
de lo venidero.
Nosotros sus hijos
tuvimos abrigo,
nuestro pan de trigo
y la escuela fijos.
Y en el firmamento
de los jornaleros,
aquellos braceros
infunden aliento.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ANTIGUOS DECIRES DE LOS CORUCHOS
ResponderEliminar"¡Vergüenza había darte",
en Cenicientos decían
y a hombres que mal vestían
o se vestían sin arte.
¡Dejando ropas aparte,
de los pobres sin ahorros!
"¡Lavaos bien esos morros!
pues los zurcidos van finos
y siendo tierra de vinis
no vayáis hechos pedorros.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ANTIGUOS DECIRES DE CENICIENTOS
ResponderEliminar"¡Vergüenza había darte"!,
en Cenicientos decían
y a hombres que mal vestían
o se vestían sin arte.
¡Dejando ropas aparte,
de los pobres sin ahorros!
"¡Lavaos bien esos morros
pues los zurcidos van finos
y siendo tierra de vinos
no vayáis hechos pedorros.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LAS VENDIMIAS EN CENICIENTOS
ResponderEliminarCenicientos en revuelo
de ardor y de actividad
al brotar la claridad,
y el alba surgir del cielo.
Los cascos hiriendo el suelo,
y las ruedas de los carros
atascándose en los barros,
de embarradas carreteras
en las jornadas enteras
de los racimos bizarros.
Aquello era natural,
el esplendor de las viñas,
las bien cuidadas campiñas
y el bucólico rural.
Y ganaban el jornal,
cuadrillas de jornaleros
que no fueron herederos,
y quienes fuimos sus hijos
ganábamos el pan fijos
para días venideros.
Los racimos en serones,
llevando el néctar de Baco
y lleno el cesto y el saco,
exudando exudaciones.
Voces, risas y canciones,
poblaban las dos labranzas
con los cantos y romanzas
de alegres vendimiadores,
con sus voces de tenores,
en sus sueños y esperanzas.
Navalaviga en la cresta
frente al Cerro de San Pablo,
de aquel tiempo de que os hablo
me impulsaba por su cuesta.
De mimbre era mi cesta
y ya en Orilla Moral
gané mi primer jornal,
vendimiando en un barranco
donde había un canto blanco,
y un gran pozo con brocal.
El campo tintado en gente
y tintados por el mosto,
solariego cual agosto
o con frío de repente.
La vendimia es siempre urgente
se corta uva en la Dehesa
por el Juncar no se cesa,
cargan mulas y borricos
activos pobres y ricos,
volcados sobre su empresa.
Ya en las bodegas las cargas
a hombros de los pisadores,
con sus albarcas motores
de pisadas y descargas.
Vendimias dulces y amargas,
y el húngaro y su bodega
aguardaba allí la entrega
de viñadores modestos,
en el cobro siempre prestos
si necesidad se alega.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
RACIMOS ARRACIMADOS
ResponderEliminarEl racimo arracimado
colma sacos y serones,
e iba formando montones
uva a uva fragmentado.
Sobre el suelo embaldosado
los recibía Ciriaco;
volcaba serón y saco
e inundaba la bodega
de las uvas que le entrega
el mismísimo dios Baco.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
HEREDEROS DEL LEGADO
ResponderEliminarHerederos del legado
viñador en tradición,
tenemos la obligación
de cuidar de lo heredado.
Se nos dejó encomendado
por nuestro antecesores,
y de ellos somos deudores
del cuidado de las viñas,
que otrora fueron campiñas
y el lar de nuestros mayores.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA HUEBRA
ResponderEliminarA mi padre
La fuerte mano vertedera empuña,
oliendo a tierra la ardorosa viña,
y el surco abierto todo lo destiña,
tras de la reja y su negra pezuña.
La reja breve introducida en cuña
sortea cepas, las urge y apiña,
silencio adensa la muda campiña,
en tanto el arador su impronta acuña.
Por una sabia guía la mancera,
apura al tronco de higueras y olivos,
aparta cantos y a su paso allana
dificultades, y hace llevadera
el cumplimiento de los objetivos
que abriendo surcos busca la besana.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA SIEMBRA DEL BARBECHO
ResponderEliminarLa mano vuela y lanza la semilla
que cae blanda en blando ya el barbecho,
y la tierra núbil sirve de lecho
hasta tornarse seca y amarilla.
Ya sobre la tierra espejea y brilla
cercada por los pájaros de acecho,
que picando anulan el aprovecho
del grano reservado hacia la trilla.
Uncida y en collera va la yunta
que abre besana de una a otra punta
con la reja motora del arado.
En un campo brumoso del otoño
donde la mies invernal ya es retoño
del trigo que ha nacido en el cercado.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL REBUSCO DE LA ACEITUNA
ResponderEliminarCogida ya la aceituna
debajo de los olivos,
en fría mañana bruna,
adormecida la luna
íbamos ejecutivos.
Con una cesta de mimbre
y gorra de anteojeras,
jornaleros ya en urdimbre,
era nuestro orgullo y timbre
descubrirlas en ringleras.
Bajo la cepa y la grama,
allí quedaban ocultas,
dormitando en una cama
que las cubre con la escama
de aceitunas estultas.
Mas los ojos vigilantes
de los muchachos coruchos
las descubrían flagrantes,
cayendo por inconstantes
al fondo de los cestuchos.
Y la tierra era batida
y los surcos rastreados
por una infantil partida
que despertaba a la vida
a ganarla conjurados.
Con las cestas rebosantes
y colmadas de aceituna
negreaban rozagantes
y venían claudicantes
sin vacilación alguna.
Y aumentaban los montones
que ya había en la Almazara,
llevadas entre canciones
por coruchillos ciclones
de vida con visión clara.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA FLOR BLANCA DEL OLIVO
ResponderEliminarLa flor blanca del olivo
convertida en aceituna
conformará una laguna
de nuestro aceite exclusivo.
Olivar que es privativo
de olivares opulentos
que hacen platos suculentos
con su aromático aceite
y han convertido en deleite
los guisos de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA ACEITUNA DE CENICIENTOS
ResponderEliminarUn gélido diciembre la aceituna
vareo nos pidió de su enramada,
y en la cesta de mimbre iluminada
por un astro lumínico de luna.
Genuina dijo ser sin mezcla alguna
sin dejarnos jamás en la estacada,
y a su carnosa forma acoruchada,
Cenicientos colecta de una en una.
El proceso aceptó de la molienda,
la vimos de su sangre desprenderse,
dijo ser aromática y no pierde
propiedades su aceite y recomienda,
a los guisos coruchos proveerse
de los zumos de su olivario verde.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
BARRIO DE VIÑA EL MOLINO
ResponderEliminarBarrio de viña el molino
de reciente creación,
entre rocas el espino,
la cornicabra y el pino
sobre ti está en ascensión.
Otrora fue de olivares,
de viñedo y de higueral,
y arriba rocas lunares
brillaron caniculares
en ladera ceniental.
Tantos fueron los olivos
que el lugar aposentó,
que hubieron dedos cautivos,
callosos y sensitivos
que el jornal allí gano.
En alto del Terremote
hermosa era la visión:
mirar hecho un pasmarote
y ver blancura del brote
del olivo en floración.
Ya las gestantes olivas
no ven bajo sus hileras
breves figuras furtivas,
menudas y ejecutivas,
de niños por sus ringleras.
Sobre aquel amarradero
de perdidas aceitunas,
éramos el jornalero
y el infante molinero
de las mañanitas brunas.
Pertrechados con las cestas
del mimbreral de la mimbre,
remontábamos las cuestas
con ojos y manos prestas
a proceder a su cimbre.
Coruchillos agrupados
a la cercana Almazara,
llevamos fosilizados,
de olivos desmesurados,
de sus ramajes las caras.
Viña, viña del molino,
que inundada estás de casas,
nadie dijo que el destino
sería de olivos camino
que acaban entre las brasas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LAS UVAS DE LA GARULLA
ResponderEliminarApilados en montón,
de racimos llenan sacos,
y avispas sin arrumacos
les pican por diversión.
De las uvas dispersión
sobre lonas se zambulla
y dos dedos apabulla
y las recoge del suelo,
y coruchos sin recelo
llaman las de la garulla.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LINDERO ES MI CORAZÓN
ResponderEliminarLindero es mi corazón
en la viña con el tuyo,
y una bodega construyo
a sus uvas ya en sazón.
Un vino en fermentación
ya me penetra y anega,
y me emborracha y me ciega,
y me inunda y se derrama,
con el fuego de la llama
que se apaga en tu bodega.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS CENCERRONES DE LA PARRILLA
ResponderEliminarDespués de la vendimia terminada
solíamos echar una jornada.
En las viñas, buscando el cencerrón
y de la mula llenando el serón.
Eran días hermosos y otoñales
con las hojas muriendo en los parrales.
Negreando lo que quedó en la vid
de estos campos gloriosos de Madrid.
Así era la vendimia del sin tierra,
del que lucha en la vida y no se aterra.
Y aparta los abrojos del camino
variando los designios del destino.
Volvíamos a casa con la carga
armados con la lanza y con la adarga.
Del esplendor fulgente del racimo
que nos daba calor junto al arrimo.
Del esplendor fulgente del racimo
que nos daba calor junto a la lumbre,
y el porrón heredad de la costumbre.
Convertido en el mosto que hace al vino
fortalecer el ánimo cansino.
Según la sabia opinión de los viejos,
duchos en vinos jóvenes y añejos.
Legatarios de una secular ciencia,
la voz universal de la experiencia.
Y pisábamos la uva en una artesa
anclada y sustentada por la mesa.
Tosca bodega en el angosto hogar,
decimonónico ancestral lagar.
Luego aquel caldo iba a la tinajilla
calzada con las patas de una silla.
Permitiendo al tiempo hacer su labor,
dándole al mosto solera y sabor.
La abríamos la noche de difuntos
al amor del fuego asando castañas,
los cuatro en mi casa todos juntos
con mi padre contándonos hazañas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho