EL PP DENUNCIA LA FALTA DE CONTENEDORES EN CENICIENTOS
Mediante su perfil público de Facebook, el Partido Popular de Cenicientos denuncia la falta de contenedores y limpieza en Cenicientos.
Con las siguientes imágenes enviadas por una vecina del municipio se completan sus demandas públicas:
DESTACO A CENICIENTOS SOBRE EL MAPA
ResponderEliminarDestaco a Cenicientos sobre el mapa
que de Madrid conforma monte y suelo,
siendo parte importante de su cielo
buque insignia que prende en su solapa.
En grata sensación que pronto atrapa,
sus vinos suavidad de terciopelo
y brisas marejadas del consuelo
que adhieren al viajero como lapa.
Un sortilegio tiene su montaña
con su Peña entrañable que se baña
en el pinar tendido ante sus pies.
Y al trasponer el sol sobre la cumbre
es tamaña su belleza y deslumbre
que la villa corucha adorable es.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
CENICIENTOS EN EL CORAZÓN
ResponderEliminarEs mañana grisácea en el pueblo,
de una lluvia que cae mansamente,
y un tañer de la campana doliente
sume a la calle en silencio y despueblo.
Es preciso y urge hacer un repueblo
que atraiga en cascadas a nueva gente
y vea un alba de nuevo creciente
al igual que yo lo canto y amueblo.
¿Qué versificaré por alabarte
y en versos épicos alto ascenderte
y sobre el mapa de España situarte,
e imperecedero así siempre verte,
pueblo corucho sin cesar de amarte
hasta cubrirme el velo de la muerte?
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL CANTO A CENICIENTOS
ResponderEliminarEn la cuña introducida,
de abulenses y Toledo
está el pueblo y su viñedo
sostenimiento de vida.
La cepa fue mantenida
como diosa en los altares
y las uvas en lagares
corría rojo su mosto
por el canalillo angosto
como el agua de los mares.
Con gentes acogedoras
transitando por la calle
hacen ameno este valle
de las coruchas auroras.
Armonía de las horas
transcurren de forma lenta
si el espíritu aposenta
apego por el sosiego
del que harto de trasiego
vida tranquila le tienta.
Quien nos visita se queda
y si se va siempre vuelve
cuando la brisa le envuelve
del arcón de su almoneda.
Paseante en la vereda
viendo la vida que pasa
hace trasvase y trasvasa
olvido de su paisaje
y se siente paisanaje
y cimenta aquí su casa.
Siempre impera aquí la calma
y el horizonte apacible
que se bebe y es bebible
como néctar en el alma.
Aparejo que es la enjalma
de sus pocos animales
otrora en los hierbazales
abundaban los rebaños
pero el paso de los años
los mantiene terminales.
Que más decir de su Peña
a la que enaltezco tanto
y con mis versos la canto
y de mi rima se adueña.
Sostengo que es nuestra enseña
y la base del futuro
y aunque yo yerto y oscuro
cuando el suceso acontezca
el poema permanezca
y ser cierto lo que auguro.
¡Tomad, os presto mis ojos
y su enfoque en la llanura
y abridlos en herradura
con que aparta los abrojos!
No reparad en rastrojos
y veréis a don Quijote
que con Rocinante al trote
va por tierras de la Mancha
gritando:¡Castilla es ancha
y se me atufa el bigote!
Y si tornáis la mirada
nuestra capital Madrid
y cabalgando va el Cid
en la alta madrugada.
Y en la noche despejada
he visto un cielo de bruma
flotando como la espuma
desde la Peña las luces
polucionando de bruces
a Madrid con que lo abruma.
Y de la Peña bajando
al pasear por el llano
la dehesa es un rellano
por el cual ir divagando.
Los coruchos paseando
por la estrecha carretera
ven en el cielo una esfera
límpida de aire tan puro
que su clima es un seguro
de naturaleza austera.
Pinares, huertos y encinas
viven en el horizonte
y la quietud en el monte
e higueras en las retinas.
Visitante que caminas
y buscas vida apacible
y de vivir lo indecible,
el pueblo de los coruchos
tiene en alicientes muchos
para hacértelo factible.
Y hablamos aquí un lenguaje
ingenioso y cervantino
junto al amor de su vino
colofón de un buen viraje.
Y habrás hecho un maridaje
con la estrella de los vientos
que aseda los movimientos,
de nuestros recios olivos
que muestran sin paliativos
el alma de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PEÑA BUVERA
ResponderEliminarRoca colosal,muro y horizonte,
firme y granítica Peña Buvera,
te hizo la creación, alba cimera,
hito y estandarte de nuestro monte.
Águila imperial de vuelo en remonte,
ave bicefala ahora pionera,
embrionaria y abriéndole frontera
a Cenicientos y el futuro afronte.
La Buvera demanda un mirador
con lupa incorporada y catalejo,
roquedo monolítico exterior,
de las luces pináculo el reflejo
del impulso corucho creador
que a La Buvera enmarca en este espejo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
NOCTURNO EN LA PEÑA
ResponderEliminarEn tu contemplación Peña infinita
mecido por el pinar y su coro,
siento el resinar manantial sonoro
que en el silencio nocturno crepita.
Mi amante corazón sueña y palpita
cuando hilan tu cima las brisas de oro,
y las hadas culminando su exploro
vuelven a su hogar en la Piedra Escrita.
Arriba el sol naciente tornasola
apacible, sin explosionar de ola,
extendiéndose abajo en la llanura,
sabre el pueblo que ya poco madruga,
moviéndose con pasos de tortuga,
amorfo y, ya sin pulso y sin premura.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PEÑA DE CENICIENTOS
ResponderEliminarEs amazona de yelmo y cimera
y milenaria testa coronada,
reinando sobre el valle indisputada
nuestra inigualable Peña Buvera.
Usó loriga y tizona guerrera
y cota de malla en luna engastada
y yegua indómita de una yeguada
que pastaba indócil por la ladera.
Y cuando los coruchos se asentaron,
y el valle lo alfombraron de viñedos
y a esta tierra fértil fecundaron,
las armas ocultó entre los roquedos
y las manos hercúleas mostraron
el ramo de un olivo entre los dedos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA TORTILLA DE ESPÁRRAGOS
ResponderEliminarEsparragueras de marzo y de abril,
adorno en cornicabras y en zarzales,
hermanadas trepáis a chaparrales
y os veo desde lejos entre mil.
Espárragos de una industria fabril
de prados, de paredes y trigales,
proliferáis crecidos a raudales
en el campo corucho cenientil.
Con rapidez ya os tengo hechos manojo,
optando a quien desecho a quien escojo,
el sol primaveral arriba brilla;
desandando feliz mi vuelta a casa.
¡La miga del pan y huevo os amasa
y esculpo en la sartén a la tortilla!
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA ENSALADA DE CORUJO
ResponderEliminarCuando llueve en el otoño
de una forma persistente,
y es alegre la corriente
el corujo ya es retoño.
Dormita algunas semanas
y en marzo se manifiesta,
y buscarle es una fiesta
que la emprendemos con ganas.
Calzando botas de goma
y portando unas tijeras,
en arroyos y praderas
vemos que grácil asoma.
Es la humildad candorosa
crecida dentro del agua,
y le visten con su enagua
la margarita y la rosa.
Lo busco en "Los Banderuelos",
llevando un cubo en la mano
con la fe del artesano
que busca el oro en los suelos.
Busco en "Orilla Moral",
en el borde de una poza,
que se alegra y se remoza
de un arroyuelo invernal.
Busco por "Prado Maíllos",
entre matojos y vacas,
soliviantadas urracas
y zarzas como cuchillos.
Y me extiendo hasta "El Juncar",
y los prados de "La Higuera",
husmeando en la reguera
su apetecible manjar.
Y es porque es manjar de dioses
el alabado corujo,
en Cenicientos un lujo
y en las mesas puros goces.
Se prepara en ensalada,
con cebolla y aceitunas
y es paladar de fortunas,
cuando está bien aliñada.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LAS COLLEJAS
ResponderEliminarPrimaverales collejas
que aparecéis de repente,
ni siquiera os llevo en mente,
y en mis pupilas perplejas
me hacéis arquear las cejas.
Al campo salgo a buscar
espárrago y primavera,
al corujo en la reguera,
y a ti vengo a encontrar
donde no te espero hallar.
Te descubro en un cerrillo
bajo el influjo del sol
que adormece al caracol
y aviva siempre el colmillo
del conejo en febrerillo.
Eres paisaje en la linde,
compañera de la grama
donde la liebre se encama
para que a sus ojos brinde
ver al perro en el deslinde.
Creces entre la junquera
y en regatos del arroyo,
en retamas junto "Al Hoyo",
y bajo troncos de higuera
de la apacible"Ladera".
Naces entre cornicabras
de las de "Orilla Moral",
rocosa piedra coral
por donde triscan las cabras
siendo esquilas sus palabras.
Y surges en la "Labranza",
la que linda "Al Encinar",
y así el sol al declinar
te presta historia y semblanza
hierbecilla de esperanza.
Aromas nuestro potaje,
el de la Semana Santa,
dando una delicia tanta
que pagamos un peaje
y hacemos casa y anclaje.
Por el pueblo y por sus calles
junto al olor a torrijas,
filtrado por las rendijas
se perciben los detalles
de las gentes de estos valles.
Sobre estas tierras gloriosas
que circundan Cenicientos,
y armonizan a sus vientos
son sus adorables rosas
comidas maravillosas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS MÍSCALOS
ResponderEliminarMíscalo placer rosado
de exquisito paladar,
extendido en el pinar
buscándote ensimismado.
Eres tesoro anhelado
cuando descubro un rodal
en el paisaje otoñal,
levantado las agujas
en mágicas horas brujas
en el pinar ceniental.
Desde "Las Peñas", te extiendes
bajando hacia "El Cornetal",
cual hongo piramidal
te deslizas y desciendes.
Por "Pera Pérez", asciendes
y ocupas "La Pinarilla",
la que es trono y es la silla
cabeza "Del Terremote",
escalado siempre al trote
de niños de maravilla.
Subes "Al Cerro Castaño",
reptando por su ladera,
contemplando una reguera
seca y muerta para el baño.
Míscalos de los de antaño,
en bajada por los riscos
que conocieron pedriscos,
entre pinos centenarios
de los coruchos muestrarios
de sus rebaños y apriscos.
Bordeas a Cenicientos
internándote en"El Hoyo",
le das arrullo y apoyo
y esporas y sedimentos.
Produces gratos momentos
y eres tierno y delicado,
y delicioso bocado
fugacidad sensorial
de hongo breve y virginal
nacido en bosque encantado.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
El ORÉGANO DE CENICIENTOS
ResponderEliminarVino Venus Afrodita
con la raíz a la Peña,
y entre los pinos se adueña
del perfume que lo habita.
De ropa bien ligerita
vino y lo plantó la diosa,
y es orégano una rosa
que al ser venusina herencia
inunda con su presencia
Cenicientos amorosa.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL ACEDERÓN
ResponderEliminarA Teresa
En huecos de las paredes
de las lindes de los huertos,
dejaban al descubierto
hojas mi amor que veredes.
Plantas eran de mercedes
semejando enredaderas,
por entre verdes veredas
brotaba el acederón
siendo alumno Pigmalión
de sus madres acederas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS CARDILLOS DEL HAMBRE
ResponderEliminarAlegoría
"Los pueblos que olvidan su historia
están condenados a repetirla"
(Winston Churchill)
Fueron cardillos del hambre,
quienes hambres aplacaron
con su erizada pelambre
al hambre lo amordazaron.
En la España sin jornales
con los campos agostados,
las cárceles a raudales
llenas de brazos quebrados.
Las campesinas hambrientas
con los niños de la mano,
esperaban macilentas
hallar al cardillo hermano.
Como bandos de palomas
en los campos desolados,
viviendo aquellas carcomas
de los odios desatados.
Por aquellos campos áridos
de la pertinaz sequía
y sus árboles escuálidos
de la España más sombría.
Con Europa ardiendo en guerra
y cerradas las fronteras,
era atroz ver esta tierra
de Caín por donde fueras.
Con Dios desaparecido
de la España sin ventura,
con un nuevo orden ungido
sin compasión por su altura.
Juntas la Iglesia y la espada,
siendo de herejes martillo,
en una nueva cruzada
que salvaste tú, cardillo.
Tanto oropel y farfolla
y un hablar grandilocuente,
para en la mesa y en la olla
ser el cardillo el presente.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
TERESA DE ÁVILA A SU PASO POR CENICIENTOS
ResponderEliminarLa carmelita a su paso
camino de sus conventos,
se detuvo en Cenicientos
una tarde en el ocaso.
Obteniendo aquí posada
en la humilde hospedería,
aguardó hasta el nuevo día
para proseguir jornada.
Después de acabar su aseo
y del hábito mudarse,
quiso aún embelesarse
con el pueblo en un paseo.
Y eligió por compañera
porque la vio muy abierta,
muy vivaz y muy despierta
a la locuaz posadera.
La madre siempre curiosa
se paraba ante las puertas
de lugareños abiertas
de suyo tan cariñosa.
Por cuantas calles pasaba
un remolino de gente
se hacía ante ella presente
y a todos los saludaba.
Su fama la precedía
por los años cimentada,
y de vuelta a la posada
Cenicientos la seguía.
Y retirada al descanso
la infatigable viajera,
la servicial posadera
la condujo a su remanso.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
MUJERES DE LA PASIÓN
ResponderEliminarLa Virgen del Roble
Antes de que primera dama fuera
sobre el Roble con guardia de majuelos,
estuvo entre los cardos de los suelos
de aquel día sin luz que amaneciera.
Su dolor traspasó la atroz frontera
del umbral que rasgó capa a los cielos,
cuando a los ríos inundaron hielos
que enlodaron sus lechos y ribera.
Impotente asistió bañada en llanto
sobre el Gólgota cuando era María
y rugieron volcánicos los vientos,
el día del suplicio y del espanto
cuando su hijo al expirar renacía
y a Ella entronizaba en Cenicientos.
LA VERÓNICA
Aquella santa mujer
que de Jesús se apiadó
y en el lienzo se plasmó
su dolor y padecer.
Imagen de hoy y de ayer
impregnada en lo profundo,
donde no cesa un segundo
de proseguir la maldad,
que la vence en su bondad
La Verónica en el mundo.
LA MAGDALENA
Al grupo lo acompañaba
y a Jesús los pies lavó
y después los perfumó
y con su pelo secaba.
Ella en el Gólgota estaba
y ayudó a traer la escala,
y manejaba la pala
y en sábana que envolvieron,
y en la tumba que le dieron
estuvo la de Magdala.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA MADRUGADA Y EL TARAMEO
ResponderEliminar¿Adonde vas a esta hora?
Levantado de la cama
deja que llegue la aurora
y no andes tan a deshora
si prisa no te reclama.
Y respondía en la puerta:
-Mujer, miro el tarameo
y la calle está desierta
y la luna está despierta
y muy tranquila la veo.
Y así un día y otro día
en las noches invernales
sabía el tiempo que haría
al día que amanecía
aunque llovieran canales.
Y en las noches de verano
con la trilla en apogeo
sabía cuando el Solano
era el viento soberano
que le llamaba al venteo.
Hombres de los campos sabios
conocedores del clima
y sus cambiantes resabios
que con ancestrales labios
a la siembra les anima.
Y hablaban del tarameo
los hombres en Cenicientos
como si fuera un recreo
del tiempo en el laboreo
jalonado de argumentos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL TRABAJO DE TORNAPEÓN
ResponderEliminar"-No sabiendo los oficios los haremos con respeto".
León Felipe
Era un trueque en el trabajo
que eliminaba el dinero
artesano y jornalero
unidos en el destajo.
Pensemos del carpintero
que maneja la garlopa
sin mula que no galopa
precisaba de un bracero.
El bracero con su mula
al carpintero una viña
hierbazal en la campiña
se la ara y se la ondula.
Por su parte el carpintero
tal vez le hace una mesa
y socios en esta empresa
son aliado y compañero.
Y en la fragua del herrero
que arregla las herramientas
ardían por trueque lentas
las ramas del carbonero.
Y con todos los oficios
que el humano ejerce diestro
y se sabe buen maestro
el trueque da beneficios.
Y en tiempos que se avecinan
donde el dinero anda huido
y en prófugo convertido
al trueque nos encaminan.
Todos poseemos artes
sin saber desconocidas
que encontraran sus salidas
si con otros las compartes.
Pues esto del tornapeón
que encabeza lo que escribo
y en mis versos lo describo
del corucho es creación.
Antiguos procedimientos
de coruchos labradores
que a base de sus sudores
levantaron Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
GETSEMANÍ
ResponderEliminarUna vez concluida La Última Cena,
se hizo entrega Jesús en oración
en el lugar de predestinación,
el Huerto de los Olivos la escena.
Siguiéndole fue su hueste nazarena
en hondo silencio y meditación,
y allí se sumieron en dormición
llorando Jesús a solas su pena.
Llamó al Padre y le expresó su amargura,
y sangre sudó en la cruel tesitura
de ser Cordero inmolado en Su Nombre.
Y en la cruz clavaron al Nazareno
y al exhalar el suspiro terreno
dio trascendencia al destino del hombre.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
JUDAS ISCARIOTE
ResponderEliminarJudas Iscariote tuvo
un destino harto funesto
y empleado de pretexto
de muerte con el que anduvo.
Sus finanzas le sostuvo
denarios y algún talento,
y padecer el tormento
de proceder a la venta
que vaticinaba cruenta
el Antiguo Testamento.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL CIRINEO
ResponderEliminarConfuso mira Simón Cirineo
el tumulto originado en su puerta
hasta hace breves minutos desierta,
y ahora inundada de un clamoreo.
Arrodillado en el suelo ve al reo,
con la cara tumefacta y cubierta
de sangre y, ya apelmazada y abierta
de heridas, del inhumano paseo.
A indicación del centurión romano
al reo brinda apoyo con su mano,
izando alto la cruz sobre el caído.
Y durante un trecho sigue la estela
de aquella embarcación que surca y riela
el mar de un nuevo mundo que ha nacido.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA NEGACIÓN DE PEDRO
ResponderEliminarJesús a Pedro auguró:
"Me negarás por tres veces
no entonando por mí preces",
certero le aseguró.
Su angustia Pedro apuró
y oyó piafar a un caballo
perteneciente al serrallo
del palacio del Tetrarca,
el que infamó con su marca
a Jesús, y cantó el gallo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
PABLO DE TARSO
ResponderEliminarDe Damasco era el camino
y el caballo tropezó
y piafó y se encabritó
y Saulo vio su destino.
Vio al que del agua hizo vino
y multiplicó los panes,
y descendientes de adanes
vieron andar sobre el mar,
y puesto en pie echó a andar
y le sirvió en sus afanes.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ESTANDO AYUNOS DE CINE
ResponderEliminarEstando ayunos de cine
un mes de marzo muy frío,
de coruchos un gentío
de aglutinado aglutine.
Instalaron en la plaza
una pantalla gigante,
y en un trasiego incesante
por la noche en su terraza.
De la Iglesia patrocinio
auspiciado por el cura,
vimos un cielo en la albura
de un Dios y su raciocinio.
Jesús el de Nazaret,
artesano carpintero,
dijo ser el mensajero
del Dios de hijos de Israel.
Más el poder constituido
que al principio no hizo caso,
por tal vez o por si acaso
a apresarle fue inducido.
De lleno se halló enfrentado
a religión oficial
de un mapamundi local
y a Roma omnímodo Estado.
De blasfemo fue acusado,
y costumbres licenciosas
propias de gentes ociosas
proclives al altercado.
Le pidieron un retracto
y él dijo ser semillero,
y es por ello que al madero
le llevaron ipso facto.
Conocimos a Caifás
y allí vimos a Pilatos,
y oímos los alegatos
de Judas y Barrabás.
Y en la pantalla agrandada,
coruchos de Cenicientos
contemplamos los tormentos
de nuestro Cristo filmada.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL CEMENTERIO DE CENICIENTOS
ResponderEliminarAposento de las cruces,
paseo de los cipreses,
morada sin más reveses
donde daremos de bruces.
Sin hacer cual avestruces,
escondidos bajo el ala,
la Muerte vendrá a la sala
y a coruchos insepultos
nos mostrará informes bultos,
despojos en su antesala.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
CAMINO DEL CEMENTERIO
ResponderEliminarQuintas y contemporáneos
cubrieron este camino
en una caja de pino
los coruchos y foráneos.
Desfiles de coterráneos
por aquí nos precedieron
y de aquel viaje que hicieron
ignoramos el final,
ni si les fue bien o mal
pues de volver se abstuvieron.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL DOMINGO DE RAMOS
ResponderEliminarEl sábado por la tarde
comenzaba el ramoneo
y sin nadie que los guarde
de olivares su rameo.
La búsqueda entre dos luces
de los ramos aparentes
que hicieran hacerse cruces
al común de nuestras gentes.
Los olivares temblando
por hordas de coruchillos,
los íbamos desgajando
despertando a pajarillos.
Competencia se entablaba
sobre el ramo más hermoso
y cada cual procuraba
ser el ramo más vistoso.
Y el domingo en la mañana
se tomaban posiciones
y al toque de la campana
de desorden situaciones.
Dueños sobre la explanada
que a nuestra iglesia rodea,
y actitud desvergonzada
de broncas y de pelea.
Muchachitas ataviadas
con estreno de sus galas
de las manos iban guiadas
contra turbias martingalas.
Llevaban palmas y ramos
bellamente decorados
como si fueran reclamos
para gamberros airados.
Y de pronto era una guerra
que sobre el atrio estallaba:
bullicio y polvo de tierra
y escándalo se formaba.
Rodaban los caramelos
que pendían de las palmas
entre la furia de abuelos
y alarmismo entre las almas.
De los ramos de las niñas
se esfumaban las rosquillas
y entre aquellas rebatiñas
de muchachos zancadillas.
En tanto, se apaciguaban,
en silencio los tumultos
y en el templo penetraban
chiquillería y adultos.
Y comenzaba la misa
lenta, torpe y aburrida
con atisbos de una risa
en la boca reprimida
El cura de aquel entonces
enjaretaba un discurso
que entre incienso y entre bronces
bostezos en el concurso.
Con las hojas de la oliva
desprovista de sus ramos
nos tiene el alma cautiva:
¡y qué tabarra aguantamos!
Por fin Dios sea loado
a nuestros ramos bendice
y Dios le haya perdonado
por cuantas tontunas dice.
Y como suelta de potros
trotábamos los muchachos
mezclados unos con otros
convertidos ya en cenachos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LEYENDAS DE CENICIENTOS
ResponderEliminarLas brujas del tejar
Mi recuerdo es de un tejar
donde ahora existen casas,
y una estera, y unas pasas
y una higuera en tal lugar.
Según me contó mi abuela
fértil de imaginación
y narrando convicción
y en saber oral escuela.
Allí habitaron las brujas
huríes del moro Juan,
en primoroso desván,
siempre alegres y pirujas.
Volaban con las escobas
asustando a los vecinos
por recónditos caminos,
fingiéndose monjas bobas.
Y el moro con su borrico
porteaba mercancías
en tiempos de carestías,
más contento que Perico.
Y en las noches de Aquelarre
prendían unas fogatas
con grandes ruidos de latas,
diciendo al borrico:"¡arre, arre!".
Sobrevolaban las Peñas
aterrizando en la plaza,
con sus vestidos y traza
en las escobas pequeñas.
Casaron Juan y Zulema,
que era la bruja más joven,
sin que las demás se enconen
por causa de tal pamema.
Todo el pueblo fue invitado
al opíparo festín,
sin que se viera su fin
como en mesa de un prelado.
"¡Diciéndose:es bueno hogaño
no son harpías las brujas,
y sin conjuros ni agujas
echamos tripa en mal año.
Y convivieron contentos
en buena paz y armonía,
las brujas en cofradía
y en sus casas Cenicientos.
EL DIABLO COJUELO
Se acercó el diablo cojuelo
de Madrid de tapadillo,
y extramuros del Cerrillo
hizo casa en un majuelo.
La casa no se veía
ni a él en figura humana,
hecho siempre un tarambana,
se reía y se reía.
Maquinaba todo el día
la forma de divertirse,
y así a sus anchas reírse
de coruchos se acrecía.
De leche se alimentaba,
tragaldabas insaciable,
y en hartura memorable,
¡Cuántas faenas armaba!
De mañana los vaqueros
sin leche hallaban sus vacas,
y las cabras entre urracas
ordeñadas los cabreros.
Brevas se desvanecieron,
los higos no maduraron,
los viñedos no cuajaron
y los trigales se fueron.
¡Vive Dios!Qué desesperos
sobrevino a los coruchos!
Verdad es que no eran muchos,
¿mas por que esos desafueros?
Un santo padre exorcista
les vino desde Toledo,
y andando con paso quedo
resultó un buen analista.
Al perillán descubrió
en las ramas del majuelo,
y con exordios del cielo
al cojuelo lo expulsó.
Del majuelo se extendió
una plaga de estreñidos,
pues sus frutos constreñidos
todo lo contaminó.
Y en Cenicientos los bulos
pábulo dio a los majuelos,
y siendo causa de duelos
les llamaron tapaculos.
LAS HADAS DEL VIÑEDO
Lares del viñedo que hogar fue de hadas,
tiempos lejanos de cepas remoto,
echado en olvido su ayer ignoto
perduran cual libélulas aladas.
Vientos áureos, brisas perfumadas
ellas trajeron y flores de loto,
más al dios Baco del vino devoto
con cepas de Olimpia por Zeus creadas.
Tierra eligieron, clavaron la pica
de un primer barbado injerto de cepa,
sudor y ayuda de los elementos
que a la vid sustenta y la dulcifica,
y es dulzura ubérrima que trepa
la uva en los viñedos de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
PASEO POR LA COREA DE CENICIENTOS
ResponderEliminarPaseo que por Corea
gastando suelo y zapato
del paso que azacanea
y espera el coche del Gato.
Noches claras veraniegas
de muchachas y muchachos,
efluvios y esencias ciegas
de las hembras y los machos.
Separados en la escuela,
éramos desconocidos,
y el paseo era cancela
y reja de los cumplidos.
Sutil línea de sombra
entonces nos separaba,
algo que ya no se nombra
y entre nosotros se hallaba.
Un pueblo entonces clasista
y alfileres de acerico,
establecía una lista
entre niño pobre y rico.
Y de una forma inconsciente
el hijo del jornalero
parecía ser consciente
de huir de hija del vinatero.
Sin saber la ancestral norma
del ovejo y de la oveja,
calzábamos ya aquella horma
de la oveja y su pareja.
Y los amores truncados
que Corea producía
casas, viñedos o prados,
diciendo si ella tenía.
¿Y adónde paró todo eso,
si el campo está abandonado,
y evolución y progreso
priman talento esforzado?
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
RECIÉN SALIDA LA BARBA
ResponderEliminarRecién salida la barba,
puestos pantalones largos,
nos llovían los encargos
que en el corazón escarba.
Vecinas, tías y abuela,
y la madre sobre todo,
sermoneaban a modo
vueltos de nuevo a la escuela.
"Ya conviene recogerse",
decían a bote pronto,
y pensabas:"¿Cómo afronto
en mi vida entrometerse?".
Y novia te enjaretaban
ellas solas por su cuenta,
casi estando en la placenta
al par que te destetaban.
Alababan a Juanitas,
a Pepitas y a parientas,
todas ellas cenicientas
y muy buenas coruchitas.
Y por prestarles oído
bailabas con una de ellas,
y por influjo de estrellas
no eras muy bien acogido.
Y con otra lo intentabas
de las que ellas mencionaban,
y aquí atención te prestaban
más esa puerta cerrabas.
Y es que en cuestiones de amor
no valen artes ni ciencias,
ni buena o malas conciencias
ni cheques al portador.
Y si manda el corazón,
o la llamarada inflama,
es un flagelo y es llama
fuego de iluminación.
Y si hemos de equivocarnos,
sea una u otra elección,
nuestra es la equivocación
y en penitencia culparnos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
UN MAESTRO Y SU ENSEÑANZA
ResponderEliminarA mi padre fue y llamó
un maestro con viñedos,
que contaba con los dedos
números que no mamó.
Y muy firme declamó:
-Al muchacho nunca lleves,
ni con soles ni con nieves
al trabajo de las viñas,
ni a recogida de piñas,
ni a los trabajos más leves.
-Que a la escuela nunca falte,
siempre le quiero en la clase
y la lección la repase
en casa y no se la salte.
Lo importante lo resalte,
pues para el estudio vale,
anímale siempre y dale
tu absoluta confianza
y mantenga la esperanza
y otra posición escale.
Tan buenas disposiciones
por el maestro aducidas
fueron luego desmentidas,
por posteriores acciones.
Conclusión de conclusiones,
pues llegado el mes de enero
el maestro vinatero
contrató para sus viñas
y recogida de piñas
al escolar jornalero.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL LAVADO DE LA LANA DE LOS NOVIOS EN CENICIENTOS
ResponderEliminarGrasientos vellones de sucia lana
dentro del esparto de los serones,
de esquileo ovejuno en corralones
se hallaba en la charca muy de mañana.
Y mucha gente moza, alegre y sana
en el "Mancho" lava entre emanaciones,
la lana virginal de sus colchones
de noche de bodas que está cercana.
Al viñedo aroma la caldereta
que borbolleando crepita al fuego,
y las buenas nuevas cruzan los vientos
que endomingados en la plazoleta,
atrio de la iglesia y lugar de juego,
boda corucha habrá ya en Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA REDOMA DE LOS NOVIOS
ResponderEliminarEra un baile la Redoma
donde los novios bailaban
y al unísono danzaban
atraídos por su aroma.
La novia blanca paloma
con nuevo traje de fiesta,
su alegría manifiesta
por la atención que despierta
y ante todos está abierta
y a bailar jotas se apresta.
La novia ya desposada
con el día transcurrido
y el banquete concluido
ya es esposa enamorada.
Y con la noche llegada
hacia el baile se encaminan
y los esposos dominan
su afán por quedarse solos
y que no les llamen bolos
cuantos con ellos caminan.
Y el rasgueo de guitarras
se esparce por el salón
como un alegre turbión
de rotura en las amarras.
Tierra de cepas y parras
participan del jolgorio,
halla o no halla casorio
en toda fiesta corucha
copla alusiva se escucha
si el suceso es amatorio.
Ofertan los invitados
el dinero del chupete
y hasta una viña promete
uno de los allegados.
Y quedan desconcertados
parientes de la otra parte,
y haciendo en breve un aparte
cabecean y concilian
y de unas vacas se alivian
y a los novios se reparte.
Y la novia mientras tanto
va bailando complaciente
en su redoma pudiente
con sus piernas de amaranto.
Y su cara es un encanto
y las ofertas aumentan
y las bocas se calientan
de coruchos con su vino
que están fraguando el camino
que a las parejas alientan.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA LUNA DE MIEL DEL JORNALERO
ResponderEliminarEntre sábanas de sarga
ásperas rudas y fuertes
caricias de fuego viertes
en noche tórrida y larga.
Amor deseo y descarga
después de la humilde boda
el vecindario se acoda
viendo trasponer la reja
de la ya feliz pareja
sin trajes que marquen moda.
En su día de esponsales
la novia lleva un vestido
de negro muy bien cosido
sus colores ideales.
Y en otros ceremoniales
le servirá en el bautizo
sobre su cuerpo rollizo,
cuando llegue el primer hijo
pues ya Dios su unión bendijo
y tiembla el busto macizo.
Se compuso la comida
de la carne de un carnero,
rico plato jornalero
del que a su boda convida.
Y emprenden su nueva vida
entre acordes de guitarra
y el vino servido en jarra
a la sombra de un parral
y el perfume de un rosal
y el amor que les amarra.
Y en perspectiva un viaje:
el de su luna de miel
que en la renegrida piel
en que envuelve su equipaje;
él lleva encima el pasaje
de partir en la mañana
al clareo en la ventana
uncido a la vertedera
dirigiendo a la mancera
y a la mula en la besana.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PEÑA CHICA O SILLA DEL CABALLO
ResponderEliminarHace años tantos que ya mal me acuerdo:
cual cabra montés coroné su cumbre
y en su cima sin óxido ni herrumbre
flores hallé insertas en mi recuerdo.
Retazos fugaces donde me pierdo,
en el cielo de julio ardía lumbre
y un paisajístico y bello vislumbre
en concordato con un mundo cuerdo.
Gredos monumental sobre su espalda,
a la Silla cubría y daba guardia
a sus pies el pinar gema y guirnalda.
Y a su frente los montes de Toledo,
centinelas del llano y salvaguardia
de la Peña Chica en donde me quedo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL LENGUAJE CORUCHO
ResponderEliminarCon arcaísmos compuesto
hallamos nuestro lenguaje,
y es vestidura de un traje
que el corucho lleva puesto.
Y quien se hallare dispuesto
a contradecir mi aserto
en cualquier debate abierto
digo que Lope y Cervantes,
dos españoles gigantes,
así hablaron con acierto.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PRIMERA EXCURSIÓN QUE HICIMOS EN LA ESCUELA
ResponderEliminarDesde nuestra escuela fuimos
muy contentos de excursión
y tanto fue lo que vimos
que años fue de evocación.
Salimos muy de mañana
en autocar de epopeya,
viendo desde la ventana
como un friso de Pompeya.
Las labores naturales
propias de los campesinos,
el cuidar de los parrales
que producen buenos vinos.
Un trabajo conocido
y en nosotros no infrecuentes
pues los hemos ejercido
desde que nos salen dientes.
Fue nuestra primer parada
en los Toros de Guisando,
buen comienzo de jornada
y aguardar lo por llegando.
El maestro muy pausado
nos fue contando una historia,
todo muy bien sonsacado
del libro de su memoria.
Habló de un acuerdo o pacto
celebrado entre unos reyes,
y solemnidad de un acto
patentado en unas leyes.
Con la lección aprendida
por el que quiso aprenderla,
reanudamos partida
con la intención de leerla.
Llegamos al Escorial
y entramos al Monasterio
siendo sus salas caudal
de belleza y de misterio.
Recorrimos aposentos
mirando las armaduras,
muchachos de Cenicientos
con asombro de criaturas.
Y nuevamente el maestro
dijo que los caballeros
ocultaban el espectro
de cuando fueron guerreros.
Que don Felipe segundo
vagaba por las estancias
imperando sobre el mundo
con cara de circunstancias.
Que construyó el edificio
al ganar una batalla,
con el mayor artificio
que en todo el Orbe se halla.
Y al decaer el imperio,
donde el sol no se extinguía,
el Caudillo también serio
a la patria engrandecía.
Y nos fuimos a ver su obra
poco hacia inaugurada,
que gran importancia cobra
en la España actualizada.
El maestro nos dio el nombre:
El Valle de los Caídos,
y obra dijo de un gran hombre
que nos tiene guarnecidos.
Ascendimos escaleras
de una cumbre de montaña,
descubriendo unas laderas
con muchas telas de araña.
Ya en la ciclópea cruz
vimos los Evangelistas
donde se posaba luz
propagada por artistas.
A la imponente Basílica
la recorrimos entera,
y leían una Encíclica
y el maestro explicó que era.
De nuevo en el autocar
directamente a Madrid,
viendo pueblos al pasar
y sobre Bavieca el Cid.
Vimos la Plaza de Oriente
frente al Palacio Real
y ocultándonos de gente
aportamos el caudal.
De las bolsas cinco duros
fuimos todos aportando
y en unos puestos oscuros
en golosinas gastando.
El Día fue memorable:
cuanto vimos y aprendimos,
lo vivido inolvidable
todo cuanto recorrimos.
Supimos geografía
y algo de historia de España,
y hasta una fotografía
nos dieron de una cabaña.
Y poseídos por fiebres
cantamos cosas muy finas
"¡por el mar corren las liebres,
por el monte las sardinas!".
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA GRAN TORMENTA EN EL VALLE
ResponderEliminarTempestad que se desata
al comienzo de la tarde,
el cielo se abre y arde,
el rayo sobre la mata.
Se estremecen las encinas
pese al hábito y costumbre,
y en su recia mansedumbre
se acobardan sus retinas.
La agitación de los pinos
al desprender sus agujas,
aleteo que dibujas
tormenta de los destinos.
Las brevas de las higueras
que asoman entre la hoja,
con su pulpa blanca y roja
contra tu furia de hogueras.
Troncos de los olivares
bregados en los combates,
del rayo y de sus embates
torcidos y circulares.
Ni los rayos ni centellas,
ni los horrísonos truenos
asustan a olivos buenos,
amigos de las estrellas.
Las cepas, las más inermes
sin el racimo formado,
su ruina la has consumado
y las vendimias y duermes.
Descargando tus granizos
sobre los fértiles suelos,
los sumes en desconsuelos
a nuestros campos pajizos.
Los descargas en ramales
que atemorizan las Peñas,
y malévola te adueñas
y eres causa de sus males.
Y a mieses que en la labranza
dispuestas para la siega,
que a la hoz se hacen entrega
colmando nuestra esperanza.
Has abatido al centeno
y al trigo lo has cercenado,
la siega la has malogrado
y el año no será bueno.
Has formado una laguna
sobre el campo de cebada,
dejándola condenada
a no hacer nuestra fortuna.
Algarrobas en la Umbría
reinante sobre el Juncar,
y de niño mi habitar
en veranos de alegría.
Formando una torrentera
que arrastra a las algarrobas,
sus gigantescas escobas
sumergen en la pradera.
Cunde la desolación
manos al cielo crispadas,
maldiciones desatadas
contra el fuego del turbión.
En las casas las mujeres
con los niños asustados,
por el tronar azorados
renuncian a sus placeres.
El placer que dan los juegos
incansables de la infancia,
hoy no aspiran la fragancia
de las aguas de los riegos.
En la Plazuela una casa
de mujeres está llena,
que entre rezos y entre pena
ven la tormenta que arrasa.
Santa Bárbara bendita
la entonan en alta voz,
para que el granizo atroz
de una vez cese y remita.
El desastre fue terrible
y asoladas las cosechas,
abriéndose nuevas brechas
como siempre es predecible.
Sin trabajo y sin jornales
en las viñas y en la siega,
desgracias que al campo llega
por los fuegos infernales.
La autoridad echó un bando,
ser recogida la caza,
partiendo desde la Plaza
todo batido y andando.
Las liebres y las perdices
fueron cobradas a cientos,
en tierras de Cenicientos
muertas entre las raíces.
Así fue la gran tormenta
que abatió al pueblo corucho
y tras trastornarle mucho
de nuevo inició la cuenta.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA CAZA A PORRILLO EN CENICIENTOS
ResponderEliminarPor ribazos, collados o en el llano
que conforman los campos del Juncar,
nos hacíamos siempre acompañar
por las flexibles varas del manzano.
A la caza cobrábamos a mano
siguiendo de las liebres el pisar,
que en la nieve dejaban al hollar
buscando resguardarse en el majano.
Con la tierra nívea un manto blanco,
las liebres a los pies del monolito
del majano figura del paisaje,
destacándose altivo en el barranco
la vida despedían con un grito
cuando impactaba el palo en su pelaje.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PIEDRA ESCRITA
ResponderEliminarVestigios son del tiempo y la memoria
del paso de unos hombres por la tierra,
mostrando el ataúd cuando se cierra
diciendo que la vida es provisoria.
Es figura pétrea en nuestra historia
que no se aturde, aflige ni se aterra,
y el misterio de roca inerte encierra
a esfinge de corucha ejecutoria.
Modelo de la mano y de la maza
de los viriles ancestros coruchos,
y el cincel que a esta piedra destaja
es mole semejante a esta raza
de viñedos y águilas y aguiluchos
donde el corucho se afana y trabaja.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
DORMIDO SE HALLABA CRISTO
ResponderEliminarDormido se hallaba Cristo,
despistado San Esteban,
y a nuestra Virgen se llevan
de incógnito y de imprevisto.
Fue aquello visto y no visto
y Cenicientos se excita,
y buscándola se irrita,
mas les habló el Niño-Dios
y les dijo que ellos dos
se hallaban en Piedra Escrita.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
POR TIERRAS DE PIEDRA ESCRITA
ResponderEliminarPor tierras de Piedra Escrita
los toros y mayorales
llegaban a los corrales
con puntualidad de cita.
Y la afición nunca ahíta
de los coruchos en carros,
sobre varales sin barros
contemplaban la corrida
en tarde comprometida
de los toreros bizarros.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PLAZA DE TOROS DE LA CORREDERA
ResponderEliminar"Debuté en Almorox y al día siguiente toreé en Cenicientos"
Domingo Ortega
Maderas,pilares, clavos, martillos,
ensamblaban a sólidos tablones,
trasuntos de pasión de unas pasiones
con la entrada a la plaza en los bolsillos.
Por allí rotación de coruchillos
con la importunidad de moscardones,
mimetizados con los corazones
de unos innominados torerillos.
La plaza iba tomando un sesgo en forma,
que al ruedo le embutía torera horma,
la Corredera acuífero sudoso
de corucha afición en los tendidos,
viendo a diversos espadas imbuidos
del toreo de Ortega en aquel coso.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
PLAZA DE LA CORREDERA
ResponderEliminarPlaza de la Corredera,
bajo tablas la banqueta,
allí la afición muy quieta
atisbaba tras madera.
Pilares eran frontera
y de la plaza era aforo
de aficionados a coro,
que se echaban para atrás,
todos al mismo compás,
al embestirlas el toro.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
COLARSE EN LOS TOROS DE LA CORREDERA
ResponderEliminarGran afición por los toros,
y admiración por toreros,
abridnos los coladeros
a coruchillos sin lloros.
Y sin cobres, platas ni oros
para pagar una entrada,
en la tarde afarolada
de la plaza de madera
crisol de la Corredera,
siempre una mano prestada.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL CIRCO DE DON PAQUITO EN CENICIENTOS
ResponderEliminarSe instaló en la Corredera
aquel circense espectáculo,
y a mí me elevó al pináculo
de lo más grande que viera.
Mi madre en su faltriquera
atesoraba unos duros,
y a mis ruegos y conjuros
le dio en perras menudito,
hasta un duro a don Paquito
y magia vi tras sus muros.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS GALOPINES CORUCHOS
ResponderEliminarTrillas eran los patines
de numerosa caterva,
con aquel calor que enerva
a coruchos galopines.
Parvas eran los confines
del mundo que conocían,
y en cada giro sabían
que desmenuzado el grano
y concluido el verano
el pan en casa tendrían.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS COPLEROS EN CENICIENTOS
ResponderEliminarVendedores de coplas y romances de ciegos
deleitaban oídos y sucesos sangrientos,
erizaban cabellos y los niños atentos
las carreras cesaban y paraban sus juegos.
Con romances escritos por iletrados legos,
con las vírgenes violadas con tormentos lentos,
truculencias que caían sobre Cenicientos
traídas por unos errabundos andariegos.
Y en la dulce Plazuela se agolpaba un enjambre
de mujeres y niños de una hirsuta pelambre,
que veían el hacha y los hachazos atroces
cernirse implacables sobre unas viudas galanas,
que en solariegas mansiones abrían ventanas
por las que accedían los asesinos feroces.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS BANCOS DE LA PLAZUELA
ResponderEliminarEn estos bancos sentados
las garrotas y muletas,
arqueadas piernas quietas,
y semblantes arrugados.
Se recuerdan los pasados
de niño lugar plagado
y de risas anegado,
y este mutismo sin prisas
de desdentadas sonrisas
me deja muy apenado.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL TESTAMENTO VITAL
ResponderEliminarA mis hijos
En un día de sol de tenue brisa
mis cenizas se esparcirán al viento.
Privado ya de voz y movimiento
con virtudes expuestas en la misa.
Obviados mis defectos por la prisa
del funeral que anula el pensamiento,
en mi familia habrá un abatimiento
y en el amigo esbozo de sonrisa.
Mis órganos perpetuarán su vida
viviendo nueva existencia terrena.
Y de mí y por mí nadie se conduela
pues volveré al inicio de partida
enlazando de nuevo la cadena,
mis cenizas jugando en la Plazuela.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA HUEBRA
ResponderEliminarA mi padre
La fuerte mano vertedera empuña,
oliendo a tierra la ardorosa viña,
y el surco abierto todo lo destiña,
tras de la mula y su negra pezuña.
La reja breve introducida en cuña
sortea cepas, las urge y apiña,
silencio adensa la muda campiña,
en tanto el arador su impronta acuña.
Por una sabia guía la mancera,
apura al tronco de higueras y olivos,
aparta cantos y a su paso allana
dificultades, y hace llevadera
el cumplimiento de los objetivos
que abriendo surcos busca la besana.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PENSIÓN DEL CIEGO DEL CERRILLO
ResponderEliminarHablaban agrupados en corrillo
del cobro y la cuantía de pensiones,
espontaneas y breves reuniones
que se forman en cuesta del Cerrillo.
El grupo abanderó y abrió un pasillo
al ciego como en otras ocasiones,
que se sumó y entró en cavilaciones
con sus cuencas opacas ya sin brillo.
-No quejaos; bien sé, la mía es alta,
mas es vital aquello que echo en falta,
llaga es mi corazón en sufrimientos
y un mendigo ser que pisa abrojos,
quisiera ser con luz sobre mis ojos
que vieran este sol de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA LITURGIA DEL TRAJE DE LUCES
ResponderEliminarBajadas las persianas
resalta la montera
sin luz en las ventanas
y el toro ya a la espera.
Entra el mozo de espadas
y al diestro le despierta
tardes acaloradas
de afición a la puerta.
El diestro se levanta
despereza y afeita
y algún temor espanta
si en triunfo se deleita.
El mozo en mano tiene
la estrecha taleguilla
y una silla sostiene
flamante chaquetilla.
Liturgia de la gloria
al embutir el traje
que tal vez haga historia
oculta en su ropaje.
Las medias son de seda
y a tono va el fajín
y al conjunto le queda
al cuello el corbatín.
Camisa con chorreras
luz en los alamares
brillantes las hombreras
que alejan los pesares.
Negras las zapatillas
topacio los tirantes
huyen las pesadillas
de toreros triunfantes.
Colgantes van los machos
que dicen del valor
y son yelmo y penachos
en campos del honor.
La coletilla puesta
probada la montera
ya tiene la respuesta
y toda duda fuera.
Ante el altar se inclina
que tiene improvisado
la intervención divina
nunca la ha desechado.
Con capotillo en mano
con el que hará el paseo
el torero va ufano
al coso del deseo.
Los trajes de la terna
del arte y de la muerte
viven la pugna eterna
del Dios reparta suerte.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL TORO SALIENDO AL RUEDO EN LA PLAZA DE CENICIENTOS
ResponderEliminarEn tarde sin viento hay lleno en el coso
en la nueva plaza recién construida,
y el timbal y el clarín dan la salida
a un toro cinqueño, astas de coloso.
Figura imponente emerge del foso
fiero resuella y la testuz erguida,
produce asombro la estampa surgida
belleza fiera del tótem fogoso.
Un rayo de sol nimba su cabeza
la impregna de luz riesgo y fortaleza
de una fiesta única ancestral y mítica.
La historia mágica armazón de España:
que sus campos viste, hermosea y baña,
del toro ausente de torpe política.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS MULILLEROS EN LA CORREDERA
ResponderEliminarLas mulas enjaezadas
con bandas y banderines
y vistosos collarines,
¡helas aquí preparadas!
Mulas de trillas y aradas
traían los mulilleros,
herradas por los aceros
de los herrajes coruchos,
que arrastraban los moruchos
toros,muertos por toreros.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
UNA FLAMÍGERA ESPADA
ResponderEliminarA la Virgen del Roble
Una flamígera espada
te traspasó el corazón:
Gabriel de la Anunciación
te la ensartó nacarada.
La imperativa llamada
de al Mesías dar a luz,
te vistió el blanco capuz
de ver su padecimiento,
su agonía y su tormento,
afrentosa en una cruz.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PÓLVORA
ResponderEliminarEl cohete silbando sube al cielo
y en luz el estallido se desgrana,
y en esquirlas cristalinas allana
la inminente caída sobre el suelo.
En su vuelo es afilado escalpelo
que corta y saja a golpe de campana,
y en ascensión celeste filigrana
que envuelve su fulgor en terciopelo.
Y se van sucediendo en el ascenso
cohetes entre ruido y alborozo
que a los coruchos lleva al mutuo acuerdo,
de mostrar en la pólvora un consenso
que los une festivos y en el gozo
de en la fiesta aparcar el desacuerdo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA TRACA
ResponderEliminarLa pirotecnia instalada
en el barrio de los Caños
transcurridos tantos años
es la fiesta anticipada.
De fiestas es nueva añada
reina claridad opaca
y de agosto la resaca
pero al volar el cohete
nada es el ruido que mete
comparado al de la traca.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA VENDIMIA DE LOS NIÑOS JORNALEROS
ResponderEliminarImpúberes argonautas
sobre las cepas esbeltas,
las navajas cortan sueltas
de los infantiles nautas.
Sin chirimías ni flautas
en busca del vellocino
del oro del tinto vino,
de las cepas el racimo
nos daba el valor y animo
de forjar nuestro destino.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA BLANCA CRUZ DE LA CIMA
ResponderEliminarLa blanca cruz de la cima
que corona la montaña,
el sol y la luna baña
y no permiten que gima.
A ti, que el cielo sublima,
cruz eterna, cruz divina,
venerable en la colina
e inseparable de Dios,
áseme y llévame en pos
de la voz que me ilumina.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL CANTO DE LA BRUJA
ResponderEliminarVoz de una leyenda que nos sobrevive cuenta
que muy alhajada y muy bella una bruja habitaba
orillada al canto y penas de amor ahogaba
atrayendo a hombres de la aldea cenicienta.
Mentiras y falsedades que la gente inventa,
era un hada blanca que a los coruchos velaba
y a caminantes agónicos los confortaba
en tanto hablaban de sus luchas de vida cruenta.
Seráfica y volátil, como las mariposas,
ajena a cuanto se decía vivía el hada
en torno al canto las abejas libaban rosas,
pero un día por la incomprensión se vio forzada
a abandonar la piedra y sus florestas umbrosas
y en el canto quedó su inmortalidad grabada.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL TORO DEL CRISTO DE LA SALUD
ResponderEliminarCorucha era natural,
de esta villa Margarita
que en su escrito solicita
justicia a carta cabal.
"Don Manuel Fernández Bravo
esposo de esta que firma,
confirmado ha y confirma
que sanó de cabo a rabo.
Aquejado era mi esposo
de onerosa enfermedad,
y el Cristo hizo caridad
y helo aquí lucio y lustroso.
Y al Cristo de la Salud,
del cual soy suma devota,
y quien compuso su jota
le expresé mi gratitud.
Por entonces le ofrecí
al Cristo correr un toro,
y así hasta mis arras de oro
al tabernero le di.
Mal halla los taberneros
y mal halla los justicias,
mal hallas sus avaricias
quedándose los dineros.
Señor Marqués de Villena,
señor de estos señoríos,
préndase a estos falsíos
y a galeras en cadena.
Nuestros dineros hurtaron,
la piel y carne del toro,
y como en tierras del moro,
casi en cueros nos dejaron.
Pues estos dineros eran
para los pobres del pueblo
y ahora andan sin amueblo
y al asilo si se operan".
De este tenor la misiva
al de Villena escribió
Margarita y acabó
con el toro a la deriva.
Con la fiesta redentora
en Cenicientos al Cristo,
que acabó con Jesucristo
en rosario de la aurora.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL REPARTO DE LOS DIOSES DEL OLIMPO
ResponderEliminarLos dioses del Olimpo hartos
del proceder de los hombres
en comisión de prohombres
vieron aborto en sus partos.
Zeus era el dios presidente
siendo el mayor de los doce
y quien camino desbroce
sobre lo que es procedente.
Los hombres a semejanza
de los olímpicos dioses
eran remedo y desgloses
de su envidia y su venganza.
El dios del mar Poseidón,
homicida y rabia loca
se enfurece y se desboca
en maremoto y turbión.
Calma le pide Afrodita,
bella diosa del amor,
que a su paso un gran clamor
de admiración se suscita.
Y la esposa de Zeus, Hera,
con su sosiego y mesura
les habla con su dulzura
de paloma mensajera.
Pide mandar delegado
comisionado a la tierra
que pare la nueva guerra
que tiene al mundo enfrentado.
Y que asegure y comente
al primer hombre encontrado
sobre el acuerdo adoptado
haciéndole un gran presente.
Que de él harán un ejemplo
de finura y circunstancia
de virtud y de constancia
que rige la paz de un templo.
Sujeto a la condición,
que le darán cuanto pida
todo sin tasa y medida
si es noble de corazón.
Y es que al mayor enemigo
que sobre la tierra tenga
ya más odio no mantenga
siendo su mejor amigo.
Y al nuevo amigo darán
en todo el doble que a él
y sellado el pacto aquel
sus dones le otorgarán.
Hermes, el dios mensajero,
en la asamblea es votado
siendo embajador bregado
entre dioses de aquel clero.
Y el dios bajado a la tierra
se cruzó por un camino
al hombre cuyo destino
era el de parar la guerra.
Y el dios le hizo la propuesta
de perdono a su enemigo,
y el hombre tomó el testigo
y meditó su respuesta.
Y cuando quedó aclarado
que a su enemigo darían
doble que a él pagarían
no se mostró atribulado.
Y sin el menor sonrojo
en aquel aciago día
pidió con gran alegría:
"¡Pues a mí sacadme un ojo!".
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL TIEMPO PODRÁ PARARSE
ResponderEliminarMadrigal
El tiempo podrá pararse
y cesar el tic-tac de los relojes
podrá quemarse el grano de mis trojes
y mi amor por ti aventarse.
Pero serás sola tú quien lo avente
empuñando un bieldo helado,
y esparciendo en un halo incandescente
mi corazón calcinado.
Podrás interponer una distancia
levantando un muro frío,
pero el huerto guardará tu fragancia
impregnada en el rocío.
Y podrás ser gacela y pasearte
entre los sauces del río,
pero que yo por fin ceje de amarte:
¡es imposible amor mío!
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL PUENTE ROMANO
ResponderEliminarSi este puente nos hablara
y hablaran sus piedras muertas,
pisadas historias ciertas
de los coruchos contara.
Otra canción nos cantara
si sus pocos monumentos,
clasificando elementos,
fueran una historia viva
de cultura sensitiva
del alma de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA FUENTE DE LA ANTANILLA
ResponderEliminarLa fuente de la Antanilla
al fondo de una calleja,
tenía un grifo de teja,
y una sombra de olivilla.
Raíces de una cepilla
por la pared asomaban,
y las coruchas cantaban,
al llenar de agua el botijo,
de un líquido tan prolijo
que nervios desatacaban.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA FUENTE DE LA PLAZUELA
ResponderEliminarDe la plazuela su fuente
era un manantial sonoro
de Neptuno era el tridente
del vecindario era un coro.
Agua clara que fluyendo
era el fluir de la vida
líquido que vas corriendo
en noche y amanecida.
Cántaros que en cantareras
debajo de los vasares
cenefas de primaveras
papeles crepusculares.
Vasijas puestas en fila
los botijos y calderos
cuando al agua la mutila
el hielo de los eneros.
Fuente de aguas tangibles
que en redor tuyo jugamos
para hacernos invisibles
y tu piedra la trepamos.
Fuente origen de tertulias
pábulo de los rumores
sacudimiento de abulias
para quien pena de amores.
Llegada parada y fonda
de ambulantes vendedores
y tragos de agua en la ronda
de los mozos rondadores.
Resonando en mis oídos
mi niñez me sobrevuela
percibiendo los sonidos
del agua de la Plazuela.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
DEBAJO DE LA ESCALERA
ResponderEliminarEl vasar
Debajo de la escalera
teníamos el vasar
del agua que al trasegar
cantaba en la cantarera.
Vasijas que en la vasera,
cántaro, vaso, y botijo
del padre, madre y del hijo
eran el río y la fuente
y el arroyo transparente
del familiar regocijo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
MEZCOLANZA DE COLORES
ResponderEliminarMezcolanza de colores
desde la ermita diviso,
la turgencia de las flores
y un pastor muy de improviso.
Sobre el hombro la mochila
con el pastor emparejo,
y de una oveja la esquila
destella un vivo reflejo.
Entrando en conversación
el hombre me habla de todo,
y maneja información
de radio que lleva al codo.
Sobre qué pasa está puesto
en el mundo en que vivimos,
y de no hallar un repuesto
del coche que conducimos.
Mas su decir lo concentra
sobre su pueblo en concreto,
y su lógica la centra
en que no existe un secreto.
Esta es la cuenta la vieja,
tengo siete y gasto seis,
como el sentido aconseja,
¡me queda uno!, ¿o no lo veis?
Pues aquí todo al contrario,
tiene siete y gastan ocho,
y claro, así el dinerario
ni para jugar al mocho.
Grandes fastos, grandes fiestas
con las corridas de toros
desechando otras propuestas
de unos mejores aforos.
Nuestra plaza siempre ha sido
semilla de novilleros,
y aquí siempre hemos tenido
a los buenos, los punteros.
-Por aquí hemos visto a Ponce
y aplaudido al Jesulín
siendo torero de bronce
y al Juli de chiquitín.
Y la plaza se llenaba
para ver grandes promesas,
y la afición siempre estaba
expectante a las sorpresas.
Y ahora pasa y ocurre
que contratan matadores
donde el bostezo que aburre
son las faenas mejores.
Y esto ha sido un despilfarro
de bochorno vergonzoso,
dinero hundido en el barro,
y el dónde está es escabroso.
Pues de pronto nadie sabe,
todos ciegos, todos mudos,
esperando que se acabe
al ser todos sordomudos.
Y así tenemos al pueblo,
sumido en un desespero
de silencio y de despueblo,
durmiendo sin cabecero.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ATALAYAD LA ATALAYA
ResponderEliminarAtalayad la Atalaya
para el oteo del llano,
subíos al altiplano
de la Buvera en su raya.
Paisajes de toda laya
van a contemplar después
vuestros ojos a través
de la toledana Mancha,
que presta la imagen ancha
de ver el mundo a los pies.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
VUELA EL TAMO DE LA PARVA
ResponderEliminarVuela el tamo de la parva;
la tarde cayendo está
y el sol se aleja y se va
barbeándose la barba.
La mula impaciente escarba,
y desprovista de arreos
comienza a dar cabeceos,
y a la cuadra se encamina
al pesebre que culmina
el ansia de sus deseos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
YA NADA MÁS ME FALTA POR TRAERTE
ResponderEliminarYa nada más me falta por traerte
que a la luna aferrada a mi costado,
debajo del balcón y obnubilado
donde acudo sumiso por quererte.
Un Gólgota de amor vivo por verte
y sientas mi orfandad de enamorado,
que nunca se mostró debilitado
ni cuando tu desdén sobre mi vierte.
No se me ocurre más nada que darte
ni cuanto tú mereces otorgarte
salvo la diafanidad de estos versos,
recibiendo acogida y el acierto
del sentimiento puro con que vierto
este amor con la de los conversos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
YACIMIENTOS DE OLIVARES DE CAMPOS DE CENICIENTOS
ResponderEliminarYacimientos de olivares,
de viñedos y de higueras,
y trillar en las praderas
en tardes crepusculares.
Y el humo de los hogares
aunando los pensamientos
que aromatizaban vientos
de águilas en peñascales,
vigilando los corrales
fue el alma de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA FIESTA DEL CABALLO
ResponderEliminarVan con los caballos sin corcoveos,
ligeras las riendas, firmes los pasos,
flamantes centauros sobre pegasos
al prado célibe de los deseos.
Nocturnos Banderuelos de Romeos
con sus Julietas bajo cielos rasos,
de unas noches angélicas con vasos
que liban amantes en gineceos.
La magia caballar el campo inunda,
se afianza la fiesta, toma una impronta
en consolidación que por momentos
su arraigo y extensión valor redunda,
en prístina ocasión en que se afronta
la unidad política en Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA FIESTA DE LA ESPUMA
ResponderEliminarRebozados en espuma
están los cuerpos nevados,
por las pompas saturados
en un pantano de bruma.
Líquido el niño rezuma
y surgen resbalamientos
con los infantes contentos
sobre el suelo que resbala,
y está vestida de gala
la Plaza de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA CASA PATERNA
ResponderEliminarMi despertar fue a la luz de la tierra fecunda,
entre los viñedos y barbechos roturados
de olivares e higueras, los campos alfombrados
y el olor del ganado, que estercola y lo inunda.
Supe que el mayor bien en el trabajo se funda,
que vagancia y molicie, nunca fue de esforzados
y a la larga produce funestos resultados
sin ejemplo familiar, de raigambre profunda.
Se impregnaron mis ojos del pinar esmeralda,
que a las sosegadas Peñas las viste con falda,
y cuando a labrarme un futuro me marché lejos
retornando hijo pródigo a la casa paterna,
sobre mí se posó la amada pupila interna
fraternal y querida, del amor de mis viejos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ESTA ES MI CALLE
ResponderEliminarEsta es mi calle, aquí vedla plasmada,
donde viví la infancia de mi vida
originario punto de partida
de expedición de lucha y de cruzada.
Imaginadla envuelta en llamarada,
de alegría de niños encendida,
con silla de espadaña adormecida
en la acera en la noche sosegada.
Enfrente de mi casa los terneros
de Luis y Nieves en corral de vacas
el grano y paja sito en los graneros.
Del carro de varales las estacas,
donde Isabel la leche de cabreros
y los padres de Aurelia en las hamacas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ESTÁ CAYENDO MI VERSO
ResponderEliminarEstá cayendo mi verso
sobre el blanco de un papel
que mitigue el mundo cruel
de otro ser con quien converso.
Y lo rimo puro y terso
como bálsamo en tu herida,
y para tu alma encendida
es el crisol de mi verso.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS REYES POBRES A SU PASO POR CENICIENTOS
ResponderEliminarCabalgata de los magos
llegados desde el oriente,
reyes del portal viviente
que en la infancia causa estragos.
Reyes de los años pobres
de los cuarenta y cincuenta,
donde el dinero se cuenta
entre perras y entre cobres.
Los tres reyes caballeros
sobre fuertes percherones,
hartos de cargar serones
y de arar con ventisqueros.
Siguiéndoles los muchachos
por calles casi en tiniebla,
poca luz y mucha niebla,
pedíamos sin empachos.
Baltasar, tizne de hollín,
embadurnada la cara,
nos ponía mueca rara
arrebujado en chalín.
Con los dos monarcas blancos,
tiesos en la cabalgata,
con coronas de hojalata,
parecían estar mancos.
No arrojaban caramelos.
¿o es que tal vez no existían?,
y en la mente nos metían
olvidarnos de camelos.
Y era nuestro itinerario
igual que el de procesión,
revestido de emoción
en distinto calendario.
Como siempre calle Larga
desembocando en la plaza,
acontecer que se emplaza
al sentimiento que embarga.
La sempiterna tarima
de maderas desbastadas,
del uso ya deslustradas
y que verla tanto anima.
Toman asiento los reyes
en sus tronos de espadaña,
lugar donde la cucaña
en las fiestas dicta leyes.
Se hace un silencio expectante
entre los tiernos infantes,
y todos con atenuantes
de ser ejemplo constante.
Ser el mejor en la escuela,
no cometer fechorías
ni merecer perlesías
de la madre y de la abuela.
Mas cuando mi nombre en alto
grita el buen Rey Baltasar,
siento un fuego de abrasar
y tomo el fuerte al asalto.
De plexiglás la cartera
me entregaron de regalo,
que no es ni bueno ni malo
pues dura hasta primavera.
Y plumier de colorines
repleto de lapiceros,
para pintar extranjeros
continentes y confines.
Y a seguir los crecimientos,
y esperar nuevos eneros,
y los reyes jornaleros
volvieran a Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA CASA DE ADOBE
ResponderEliminarLa casa humilde de adobe
y de tierra apisonada
por el permanente sobe
de los años de morada.
Casa venida de herencias
de los parientes lejanos,
habitando sus presencias
al alcance de las manos.
Casa estrecha y alargada
con bombilla en la cocina,
alumbrando fragmentada
oculta por una esquina.
Con un contador chicharra
durante el día apagado,
dando de noche tabarra
al ánimo sosegado.
La cuadra visible al fondo,
la mula cara asomada,
integrada en los más hondo
con la familia soñada.
Paredes enjalbegadas
con la cal acostumbrada
en las antiguas posadas
de una vida reposada.
Los bajos y las alturas
con ocres se perfilaban,
asombro de las criaturas
que absortos todo miraban.
Sobre el suelo se extendía
de las vacas la boñiga,
con un olor aquel día
lejos del olor a espiga.
El techo era de madera
separador del doblado,
donde estaba la pajera
con el grano acumulado.
De negro la chimenea
con los troncos chispeantes,
y llama que parpadea
pucheros regocijantes.
Nuestras madres hacendosas
cubiertas con sus mandiles,
de aquellas casas las rosas
y aceite de sus candiles.
Y cuando el viento que brama
por rendijas se filtraba,
nos calentaban la cama
con ascuas que el tronco daba.
De adobe la construcción
del pobre que el pan amasa,
con la mayor emoción
os he descrito mi casa.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA CHIMENEA
ResponderEliminarEn torno a la chimenea
las trébedes y morillos,
yo oía cantar los grillos
junto al fuego que la hornea.
En las noches del invierno,
sin radio y televisión,
se hilaba conversación
en un ambiente fraterno.
La familia ante la mesa
cenaba con parsimonia,
como en una ceremonia
donde de hablar no se cesa.
Colgado estaba el caldero
abetunado de hollín,
cociendo entre un gran trajín
de pucheros y de esmero.
Hirviendo estaba el salvado
para el cerdo y las gallinas,
y unas aguas cristalinas
para el íntimo lavado.
Y de pronto una zorrera
lagrimeaba los ojos
y los dejaba tan rojos
como luna tomatera.
Y entraba en acción el fuelle
y con la boca soplidos
y el gato bufo y maullidos
y aquella pobreza muelle.
Y risas y muchas toses
y el crepitar de taramas
y de los pinos las ramas
y alegría de las voces.
Y las partidas de cartas
y visitas del vecino
y el porrón lleno de vino
y engastar de historias sartas.
Y el hablar de la cosecha
y la compra del abono
y la tristeza en el tono
recordando alguna fecha.
Y lectura de tebeos
y lector del Buen Amigo
y ser un mudo testigo
de hechos de los macabeos.
Y si el ábrego furioso
a las paredes mordía,
su ululante letanía
nos invitaba al reposo.
Y se quedaba el rescoldo
en la dulce chimenea
y una lágrima aletea
en el lecho en que me amoldo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA LLEGADA DE LA TELEVISIÓN A CENICIENTOS
ResponderEliminarA la bondadosa reina de los belgas en su despedida.
Mágico fue y fue multitudinario,
el pueblo acudió, fue una masa ingente,
de gran expectación, pasmo en la gente
la gran concentración del vecindario.
Los hábitos mudó, cambió el horario,
lo variaron todo, fue diferente,
se abrieron ojos, se ajusto la lente
y se movilizó hasta el campanario.
Se casaba Balduino con Fabiola
y la televisión, puesta en la plaza,
su voz amplificó como gramola,
del bar daban cafés en vaso y taza
y brisas coruchas formaron ola
a la nueva reina de nuestra raza.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
A CAZA DE LAGARTOS
ResponderEliminarIban cuadrillas de mozos
al Cerro del Berrocal,
y la cintura es juncal
y se afeitan ya los bozos.
Armados con un arpón
que fundían los herreros,
armándoles caballeros
del reino de quita y pon.
Al llegar marzo y abril
cuando asoman los lagartos,
las hembras huevos de partos
han puesto en su cuchitril.
Lagartos toman el sol
simulando estar dormidos,
y se ocultan si oyen ruidos
mimetizados en col.
Manejando los arpones
el corucho mocerío,
de lagartos caserío
introduce los rejones.
Y si tiene recovecos
o un laberinto de calles,
ni en remilgos ni en detalles
pierden tiempo entre los huecos.
En la puerta de la entrada
o en raja de la abertura
a los lagartos apura
yerba humeando mojada.
Y saliendo escopetados
fácil son y débil presa,
del arpón que les apresa
y los agita ensartados.
Regresaban los mocejos
cual héroes de una batalla,
que en las crónicas no se halla
a organizar sus festejos.
Y al olor de la fritanga
acudíamos muchachos,
a los que nos daban cachos
de lagarto entre bullanga.
Con unos tragos de vino
manjar eran los lagartos,
en años hueros de cuartos
donde no faltó el tocino.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS INTERMINABLES LUTOS DE LAS MUJERES
ResponderEliminarLa campana en Cenicientos
tocaba muy de mañana
repitiendo entre lamentos,
"Anoche murió fulana".
Vestidos negros de luto
con pañuelo a la cabeza,
eran de la muerte un fruto
consumido con presteza.
Mozas guapas y lozanas
se las veía sin cejas,
y eran sus sayas sotanas
de curas y monjas viejas.
Lutos y alivios de lutos,
oíamos con frecuencia,
eternidad de minutos
siempre haciendo penitencia.
Enlazando una cadena
de muertes en las familias,
abismadas en la pena
de las fobias y las filias.
Siempre existía una tía
o pariente de la abuela,
sobre en la que se insistía
que todo dios se conduela.
Con los bailes prohibidos
para mozas enlutadas,
tristes días consumidos
si estaban enamoradas.
Encerradas en su casa
y a la compra e ir a misa,
y ver que la vida pasa
con el luto por divisa.
Con el novio taciturno
y la madre allí delante,
en el silencio nocturno
el agobio era incesante.
Y por si alguien se saltaba
lo del luto riguroso,
la crítica no cesaba
ni por parte del esposo.
"A mi madre no querías
ver, y tener que cuidarla,
y pudiendo la eludías,
incapaz de soportarla".
Con los negros atavíos
circulando por las calles,
no causaban desvaríos
la belleza de los talles.
Andaban uniformadas
con aquellas ropas toscas,
como moscas en bandadas
negras, pesadas y foscas.
Y cuando aquello acabó
y el ropaje y su ficción,
en baúles se arrumbó
el luto es del corazón.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
SI HALLÁIS CORUCHAS CANSADAS
ResponderEliminarSi haláis coruchas cansadas
o simplemente aburridas,
con las caras contraídas
suelen decir invariadas:
"Tengo las piernas cuajadas,
hoy me caigo si me soplas,
me desmayo si resoplas,
y tan solo sé de mí,
y así te lo digo a ti,
que no puedo con mis coplas".
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA SIEMBRA DEL BARBECHO
ResponderEliminarLa mano vuela y lanza la semilla
que cae blanda en fértil ya el barbecho,
y la tierra núbil sirve de lecho
hasta tornarse seca y amarilla.
Ya sobre la tierra espejea y brilla
cercada por los pájaros de acecho,
que picando anulan el aprovecho
del grano reservado hacia la trilla.
Uncida y en collera va la yunta
que abre besana de una a otra punta
con la reja motora del arado.
En un campo brumoso del otoño
donde la mies invernal ya es retoño
del trigo que na nacido en el cercado.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
MUCHACHA,NO TE DEMORES
ResponderEliminarMuchacha no te demores
en,a él, decirle que sí,
y sobre todo es por ti,
pues si median los amores,
caros se pagan errores;
en amores la demora
es una fuerza invasora
que en él causa frustración
y el voluble corazón
pronto de otra se enamora.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
CORTE DE PELO A TAZÓN O A CALVOTE
ResponderEliminarCorte de pelo a tazón
a coruchos nos hacían,
porque cabellos crecían
como en bosque sin podón.
Sentados en el sillón,
si la cabeza movías,
sabías que recibías
al momento un pescozón.
Cuando daban vacaciones,
el mes de junio llegado,
nos pegaban un rapado
terror de los cabezones.
Nos dejaban la cabeza
tan calva, monda y lironda,
como de momia redonda
egipcia sin la corteza.
Sobre la frente un flequillo
convertido en un mechón,
parecía ser flemón
en cara del coruchillo.
Nos brillaba el cabezón
sin escuela en vacaciones,
como a indios motilones
descubiertos por Colón.
En las cabezas pelonas
lugar no había de piojos,
ni piojos verdes ni rojos,
ni liendres en las coronas.
Pelo a tazón o a calvote
nos costaba una peseta,
e íbamos con la chaveta
despoblada hasta el cogote.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL JUEGO DE LAS TABAS
ResponderEliminarLas cinco tabas en juego
con las cuatro posiciones
y distintas situaciones
que se desarrollan luego.
Hoyo, carne, tripa y culo
a la taba la conforman,
y su validez informan
desde Josito a Pirulo.
Jugábamos sobre el suelo
del firme de la Plazuela,
mas sombra alada se cuela
pajaril rielando el cielo.
Por ser un juego de azar
con apuestas se jugaba,
y así en cuanto comenzaba
no se paraba de hablar.
Apostábamos las chapas
y soltando cada bola:
"Vamos hombre, vaya trola,
que ni sujetas con grapas".
Podíamos estar horas
la taba sobre la mano,
en el foro ciudadano
de las coruchas auroras.
Sin cortapisas ni trabas,
ni para tontos ni listos,
ni de lances imprevistos
era el juego de las tabas.
¿Mas a qué se juega ahora
por los muchachos coruchos?
Si en la calle veo a muchos
y ya no sé si algo aflora.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL JUEGO DE LA ROMA
ResponderEliminarDesgastada ya una lima
desprovista de su mango,
en tierra blanda sin fango
materia hallábamos prima.
Por el extremo afilada
la empuñábamos por lo ancho
y hacíamos cancha y rancho
en la Plazuela embarrada.
Unos círculos concéntricos
en la tierra se trazaban,
y sobre ellos se clavaban
limas con saltos excéntricos.
Saltando a la pata coja
se lanzaba desde el aire
con estilo y con donaire
ni muy fuerte ni muy floja.
Si la lima se caía
o en círculo no entraba,
jugador se eliminaba
y era el resto quien seguía.
Por ser eliminatorio
era muy competitivo,
habiendo que estar muy vivo,
siendo muy resolutorio.
De temporada era juego
del invierno y del otoño,
y era renuevo y retoño
al que hacíamos entrego.
Jugaron nuestros ancestros,
jugaron nuestros abuelos
bajo este sol y estos cielos
del que salieron maestros.
Y de chico me contaron
ser una perpetuación
de corucha tradición
y que a ellos les legaron.
Pues al trasponer la loma
la jugaban los romanos,
y así nuestros comarcanos
dieron el nombre de "Roma".
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL JUEGO DEL MOCHO
ResponderEliminarIban el mocho y manilla
inmersos en cada mano,
aproximado el verano
en vísperas de la trilla.
¡Qué diversión tan sencilla,
visto el juego en la distancia,
sin nadar en la abundancia,
metódico aprendizaje,
pertrechados de un bagaje
sin lujos en nuestra infancia!
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL JUEGO DEL ARO
ResponderEliminarCorre desde la Plazuela
trazando circunferencias,
sin aplicarle más ciencias
al ingenio que no vuela.
Con el cerco de un caldero
y de guía un grueso alambre,
nos impelía un calambre
imperioso y tesonero.
Correr, correr y un sudar
como sudan los potrillos,
con aros grandes y arillos
compitiendo sin parar.
Y siendo guiado entre alardes
por estrechos vericuetos,
¡aro amigo, de secretos,
que fueron de aquellas tardes!
Habilidad y reflejos
y velocidad de piernas
de las carreras eternas
sin pies cansados y viejos.
Y de la sangre bullicio
corriéndonos por la venas,
y no conociendo penas
en libertad ejercicio.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL CRISTO DEL POZO
ResponderEliminarPiedras que hacen contrapeso
y por delante la vara,
el sol brillando en la cara
y el agua en el cubo preso.
Una mano aguanta el peso
y otra lanza a la reguera,
agua que corre ligera
y que manando del pozo
el huerto era un puro gozo
a partir de primavera.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL BAILE DE LA PEONZA
ResponderEliminarEl baile de la peonza
bailando sobre la palma
de la mano que la calma
y que se mantiene zonza.
Después hacer volatines
con la mano volandera
sobre la terrosa acera
entre el ladrar de mastines.
Con la cuerda bien ceñida
sobre la mórbida panza
de la peonza y su danza
se iniciaba la partida.
Un triángulo dibujado
sobre el lienzo de la tierra
y entre dos dedos se aferra
la chapa del encordado.
Bolas de arcilla pintadas
eran nuestra recompensa,
justo premio que compensa
ser hábil en las jugadas.
Con las bolas en el triángulo
en una masa compacta,
con el rejón se la impacta
a la más próxima al ángulo.
A perra gorda costaban
pasando de mano en mano
en intento siempre vano
que conmigo se quedaban.
Partidas de perra chica
cogidas en los bautizos
de los padres primerizos
jugadas al sol que pica.
Las chapas de las botellas
forradas con futbolistas
eran por nosotros vistas
ídolos de las estrellas.
Era al salir de la escuela
por nuestro grupo forradas
en las tardes perfumadas
del viento de la Plazuela.
Sobre el triángulo estaban
Lesmes con Puskas y Gento
y en DiStéfano el talento
con el que al mundo asombraban.
Y bailando las peonzas
por los latres bien lanzadas
eran piezas bien bailadas
al ritmo de jerigonzas.
¡Y así descubrí en mi mano
ser diestra en el lanzamiento
que inspiran el pensamiento
que rige al buen artesano!
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA VIRGEN QUE ES PATRONA EN CENICIENTOS
ResponderEliminarLa Virgen que es Patrona en Cenicientos
con cuya aparición en primavera,
fue panificadora y es la hornera
que hornea su pan puro en sentimientos.
Madre espiritual en conocimientos,
la que ayudó a los coruchos en la era
rigiendo entre los surcos la mancera
de sus trigos y vides de sustentos.
Centinela es que los despierta al alba,
y acudir eficientes al trabajo,
que igual está en la calle Juego Calva,
o entre viñas e higueras del Pasajo
y enseña su cielo violeta malva
a sus almas sin gramas ni yerbajo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA CALLE DEL SOLANILLO
ResponderEliminarA calle del Solanillo
caracteriza una cosa:
una punta es anchurosa
y a otra tapa un visillo.
Por las dos se va al Cerrillo,
y la da vitalidad
y cierta impetuosidad
el que da a dos grandes calles
ciñéndolas por los talles:
a la Larga y Libertad.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL CALLEJÓN DE LA BREVA
ResponderEliminarEl Callejón de la Breva,
tan minúsculo y breve es,
que del pueblo es entremés
que no cambia y se renueva.
Y siempre que fuerte nieva,
sus tejados aposentos
y sus muros son cimientos,
donde a los copos de nieve
agita una brisa leve
que adormece a Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LAS CORNADAS DE LA VIDA
ResponderEliminarLas cornadas de la vida,
junto al paso de los años,
mitigan los desengaños
cuando vamos de vencida.
¡Oh, verdad esclarecida!
Que he tardado en comprender,
en asumir y en saber
que cuando nada pedimos,
dando más que recibimos
es de nuevo un renacer.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
DUEÑO DE MI PENSAMIENTO
ResponderEliminarDueño de mi pensamiento,
del método y de la idea,
soy sello que se franquea
libre de sometimiento.
Y expongo mi parlamento
de forma clara y sencilla,
Amasando bien la arcilla
de mi verso y de mi rima,
desde el picacho y la cima
del alfarero que brilla.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
AGUA BEBIÓ
ResponderEliminarAgua bebió en la esclarecida fuente
de las letras del libro y de la vida,
sin llevar a cabo vida recluida
lo supo desde que era adolescente.
Tuvo clara su vocación ardiente,
la llamada avivada y presentida,
virulencia volcánica surgida
del creativo fuego de su mente.
Sin base intelectual y por su cuenta
estudió a los clásicos con denuedo
con la pasión y gustos de un esteta.
Incansable avanzó de forma lenta
y guiado por su instinto y por su credo,
nació para las Artes el Poeta.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
A MI HIJO CARLOS Y A MI NUEVA HIJA ROSA
ResponderEliminarAsistimos al enlace
de novios enamorados
de amores consolidados
a los que el amor no aplace;
Y en esta boda se emplace
felicidad que se posa
sobre el rostro de la esposa
y de Carlos ya su esposo
un futuro esplendoroso
con su alegre y dulce Rosa.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
A LA FAZ DEL CRISTO DE CENICIENTOS
ResponderEliminarSi contempláis esta faz
del reo sobre el madero,
es el Cristo jornalero
que el agua nos trajo al caz.
Dos mil años y sin paz,
vedla envuelta en sufrimientos,
sudor y desangramientos,
agónica su figura,
y le ofrece sepultura
la Iglesia de Cenicientos.